Morelia Michoacán (OEM-Infomex).- La incertidumbre es la mayor preocupación para Esperanza, pero también la más fuerte motivación para despertar antes de que salga el sol y comenzar un día laboral en el tianguis.
A sus 62 años de edad, ella vive a merced de lo que vende en el mercado sobre ruedas de la avenida Pedregal, al poniente de la capital michoacana.
Su jornada inicia desde antes de que amanezca, cuando debe alistar las 5 cajas negras donde guarda sus trastes de plástico, escobillas, trapos, bolsas de mandado, pinzas para colgar la ropa, cepillos y más productos de casa, que ofrece con el tradicional: “pásele, pásele”, seguido de un “pregunte, con confianza”.
Ella es una de las más de 30 millones de personas que en México viven de la economía informal, y de las más de un millón 400 mil que en Michoacán se dedican a una actividad sin protección legal y por ende sin seguridad social.
Desde hace alrededor de 10 años, Esperanza llega a las 7 en punto al espacio que se le asignó para su puesto, aunque hay días que se hace un poco tarde no puede llegar después de las ocho, si quiere conservar su espacio.
En un triciclo lleva toda la mercancía y lo necesario para instalar el negocio. “Lo más difícil es venir cuando está lloviendo muy fuerte”, comparte tras relatar que de su casa al tianguis hace 20 minutos, pero por lo pesado del triciclo se le hace más fácil empujarlo que subirse a él y pedalear.
Además, los días fríos se hace más complejo levantarse tan temprano “está tan buena la cama que uno no se quiere parar”, comenta la comerciante, desde el puesto que ella sola colocó a temprana hora, con la mesa, la lona y todos los productos que ofrece.
No tiene esposo, sólo dos hijos, pero ya están casados y es abuela de tres pequeños. Cubrir sus necesidades depende completamente de su trabajo, por eso no falta al tianguis que se instala miércoles, sábado y domingo en la avenida que une la Madero Poniente con el Libramiento.
En la plenitud de su adultez, ella no se ve sin trabajar. “Hay gente que me dice que parezco de menos años, yo creo que es porque siempre he estado activa”.
Cuenta que ser comerciante se trata de un estilo de vida, entre todos se conocen, aunque no sepan sus nombres, ella por ejemplo es “la señora de los trastes”, y la de enfrente es “la de la ropa de paca”. En fechas importantes hacen reuniones; diciembre es el mes de las comidas y canastas que entregan algunos líderes.
Ella tuvo un trabajo formal, hasta que se lastimó el hombro. En la empresa constructora que trabajaba ganaba alrededor de 5 mil pesos al mes, ahora hay días donde no vende más que un estropajo, y otros en los que se supera toda expectativa.
También para don Oscar, las expectativas pueden superarse o en definitiva irse con las manos vacías. Él trabaja en diferentes tianguis de la ciudad de Morelia desde hace más de 20 años.
En su camioneta beige lleva en su mayoría muebles de segundo uso, en algunas ocasiones carga con uno nuevo considerando siempre que lo pueda dar a un precio accesible.
Acompañado de su hijo, que se entretiene en el celular mientras su papá trabaja, don Oscar instala su puesto en el conocido tianguis del Auditorio, a unas cuantas cuadras de la Plaza Carrillo.
Para Oscar esta es una manera de mantener a su familia, no hay más, lleva años haciéndolo, ya conoce a los líderes de los mercados ambulantes y tiene las zonas en las que acostumbra a colocarse.
Las cuotas varían, desde los 30 pesos hasta los 100 pesos. Con algunos hay forma de negociar, en el sector ya todos saben que hay días en que “no sale el sol”, y se van a sus casas con los bolsillos vacíos.
Desde muy temprano, Oscar carga los muebles y de manera estratégica los acomoda en una camioneta que no pareciera de carga “le quité los asientos, la adapté, así no tengo problemas con los de tránsito por andar llevando muebles”, cuenta el comerciante de más de 40 años de edad.
A él le gusta leer, aprecia la pintura, el cine y la música clásica. Estar en el tianguis es una forma de conocer gente, platicar y ampliar su visión del mundo, así lo ve, y lo comparte con una sonrisa que muestra el amor que le tiene a su trabajo.
A veces le gana muy poco a algunos muebles, o los deja en pagos y ya que la gente los liquida se los lleva. Ayudar a los demás es otro de los principios de Oscar, quien ha encontrado en el comercio informal una forma de satisfacer sus necesidades económicas, pero sobre todo una forma de vida que le ha implicado ser más disciplinado y solidario.
Michoacán, de las entidades con más informalidad
A nivel nacional hay 30.5 millones de personas en el sector informal y la Tasa de Informalidad Laboral es de 55.4% de la población ocupada, proporción superior en 2.3 puntos porcentuales a la de junio del año pasado, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del segundo trimestre del año en curso.
Y aunque a nivel estatal, no se tienen desglosados los datos del segundo trimestre del año, sí contamos con los del primer trimestre de este 2021, en el que se precisa una tasa de informalidad en Michoacán de 65.22, es decir más de un millón 400 mil personas.
Comparado con el trimestre anterior, disminuyó ligeramente ya que se encontraba en 66.66; de igual forma se ve una baja, con respecto a la tasa de hace un año, cuando estaba en 67.87.
Es así que Michoacán ocupa el décimo lugar a nivel nacional, de acuerdo a dicha encuesta elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Sin embargo, otras estadísticas resultan menos favorables para la entidad. De acuerdo al Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Michoacán está en “rojo” por su alto nivel de informalidad, siendo el tercer estado con mayor porcentaje.
De acuerdo con el instituto, en primer lugar, por su informalidad laboral se ubica Guerrero (32); en segundo lugar, Tlaxcala (27), la tercera posición es para Michoacán (25) y en cuarto sitio está Zacatecas (23).
A decir del secretario de Desarrollo Económico en el estado, Ricardo Bernal Vargas, el mayor reto en materia de empleo sigue siendo abatir la informalidad, aún cuando al inicio del sexenio esta registraba una tasa de 71.5 por ciento y ahora es de 65.2 por ciento.
Esta cifra aún preocupa, dado que seis de cada 10 personas ocupadas laboralmente hablando, no tienen una relación con su fuente de trabajo reconocida ante la ley.
