Zamora, Michoacán (OEM-Infomex).- “Para vivir en Zamora hay que andarse con mucha precaución: elegir bien a dónde se sale, a qué hora se regresa y nunca confiar en nadie”, dice Jaime Ramírez, vecino de la localidad Ario de Rayón que ha sufrido robos y ha visto atrocidades como un hombre amarrado en la plaza principal con una bomba casera en su cuerpo.
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Sujetos que arriban heridos pidiendo auxilio en domicilios al azar, así como camionetas rotuladas con las siglas del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) circulando a plena luz del día.
La vida nocturna no es una buena opción, señala, pero incluso algunos caminos que antes eran el paso para actividades de trabajo hoy son “territorio de los narcos” y quedan cancelados para una persona común.
En la zona urbana, identifica lugares muy riesgosos como la colonia Ferrocarril, donde los homicidios dolosos con las características del crimen organizado se cometen con regularidad y sin que se reporten detenciones.
Un caso reciente ocurrió el 4 de septiembre, cuando un hombre fue asesinado a balazos en plena fiesta familiar entre las calles Olimpo y Caoba.
El año pasado, en esa área que también limita con la colonia Revolución, se reportaron enfrentamientos entre presuntos grupos delincuenciales, cadáveres envueltos en bolsas de plástico, otros con leyendas escritas sobre cartulinas y constantes balaceras que concluyeron con personas muertas.
“Ya nos acostumbramos a la violencia”, lamenta Jaime, pues la mayoría de ciudadanos optan por simplemente tomar precauciones o no acudir a ciertos bares, mientras que los comerciantes han cerrado decenas de negocios debido a extorsiones que no se ven reflejadas en las cifras oficiales.
En un contexto de violencia imparable, uno de los ataques que causó indignación entre la ciudadanía fue la matanza de ocho personas el 27 de junio pasado, la cual comenzó desde una colonia en Jacona y concluyó en Zamora.
Un sujeto apodado “El Nenuco” ingresó a un taller mecánico para asesinar a dos hombres, y en su ruta de escape terminó con la vida de seis personas más, para luego ser abatido por policías estatales.
El 27 de enero, cinco mujeres y cinco hombres fueron acribillados en un lugar conocido como La Casa Azul, hasta donde llegaron tres hombres en una motocicleta para después comenzar con el ataque perpetrado con armas de fuego.
Enfrentamientos entre elementos de la Guardia Nacional, Guardia Civil y Ejército Mexicano contra presuntos miembros de cárteles de la droga se han registrado en diferentes meses del año.
En enero hubo dos muertos y 18 detenidos en la localidad de Ojo de Agua; en agosto se desmanteló un campamento y un laboratorio en la comunidad de Aquiles Serdán, luego de un cruce de disparos entre civiles y militares, mientras que en septiembre policías municipales y estatales lograron la detención de dos presuntos delincuentes que intentaron darse a la fuga en Ario de Rayón.
La más peligrosa del mundo
Al cierre del 2021, Zamora se convirtió en nota internacional cuando el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal la ubicó como la ciudad más peligrosa del mundo, tomando en cuenta que su tasa de homicidios fue de 196 por cada mil habitantes, la segunda más alta en los últimos 11 años, solo superada por Ciudad Juárez, que registró 229 en 2010. Esa tasa prácticamente cuadruplica a la estatal, que en el año pasado se calculó en 55.
En la lista mundial que incluye a 50 zonas urbanas, 18 son mexicanas, lo que pone al país en lo más alto de este indicador, por encima de Brasil, Estados Unidos y Sudáfrica.
Sin embargo, el método estadístico usado en este ranking solo toma en cuenta a demarcaciones con datos delictivos abiertos para su consulta pública, lo que hace al estudio un análisis “sumamente sesgado”, dice en entrevista Claudia Verduzco Moreno, directora del Observatorio Regional Zamora, asociación civil que evalúa rubros en materia de transparencia, seguridad, legalidad y gobierno abierto que también incluye a los municipios de Jacona y Tangancícuaro.
Pese a no compartir la visión de que Zamora es “la ciudad más peligrosa del mundo”, la especialista acepta que los indicadores observados en los últimos meses dejan al descubierto un proceso de descomposición social que se refleja en diversos delitos.
Tan solo en el segundo trimestre de 2022, los homicidios dolosos aumentaron 6.4 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior; el robo en casa-habitación se disparó en 42 por ciento y los asaltos a transeúntes se elevaron 33 por ciento.
La Fiscalía General del Estado (FGE) elaboró 83 carpetas de investigación por homicidio doloso entre abril y junio de 2022, a lo que se suman 86 por el delito de robo con violencia, 99 por asaltos en vehículos, 10 por robo a casas y otras 10 por robo a negocios.
Llama la atención que en las estadísticas no se consigna una sola carpeta de investigación por extorsión ni por secuestro en el segundo trimestre del año, algo que no cuadra con los testimonios recogidos por el propio Observatorio Regional, cuya titular señala que quienes han emigrado por violencia ya nunca regresan y aconsejan a los que se quedan que se vayan en cuanto puedan.
En esos dos delitos en particular, los agentes del Ministerio Público se niegan a levantar denuncias por miedo y por presiones de los propios policías investigadores, por lo que la única acción que se toma es bloquear los números de donde salen las llamadas intimidatorias, señala Claudia Verduzco.
Diagnóstico, desde la CDMX
Lejos de apreciar esfuerzos sólidos para combatir la violencia por parte de las autoridades, la directora del Observatorio revela que el gobierno del estado ha contratado a un despacho de la Ciudad de México para elaborar un diagnóstico del tema en toda la entidad, lo que considera desafortunado porque quienes lo elaboren desconocen la complejidad del territorio, pero además se desprecia la información que por años ha sistematizado el Colegio de Michoacán, por solo citar un ejemplo.
Recuerda que en septiembre pasado, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla anunció de manera festiva que los homicidios habían bajado en Zamora en un 50 por ciento, tan sólo 15 días después de que la Policía Michoacán cambiara de nombre a Guardia Civil.
“Son conclusiones tan erróneas que entonces esperaremos seis meses para ser como Suiza”, ataja Verduzco, quien concluye que no hay acercamientos con los ciudadanos, los datos a menudo no coinciden ni entre las propias instancias oficiales y los ayuntamientos se desentienden, pues creen que su misión principal “es pavimentar las calles, pero nunca se han preocupado por diseñar políticas de prevención ni recaudar recursos para invertir en infraestructura, desarrollo territorial o cuidado del medio ambiente”.
Información, a cuentagotas
“En Zamora no tenemos suficiente información para saber cuáles son los detonantes de la violencia, se sacan puras conclusiones al aire porque el diagnóstico del gobierno del estado es muy subjetivo”, refiere Verduzco.
La directora del Observatorio Regional Zamora puntualizó que en las Mesas para la Construcción de Paz y Seguridad implementadas en la zona, los funcionarios suelen usar el pretexto de que la ubicación geográfica es la gran culpable de todo, aunque no limite con el estado de Jalisco.
“Lo que les he dicho es que en muchos años no nos hemos movido de aquí”, ironiza la consultora, quien destaca que tampoco hay una correlación entre la economía y la seguridad, pues en materia de producción es una de las regiones más prósperas del estado.
Donde tampoco hay cifras oficiales es en la desaparición y el desplazamiento forzado de personas, pero es un hecho, dice la investigadora, que este fenómeno ha dejado a muchos menores de edad en una orfandad tácita, lo que desemboca en deserción escolar y registros de violencia intrafamiliar, a lo que se suma una cifra de homicidios con víctimas que no han cumplido los 18 años, que entre 2021 y 2022 aumentó en 37 por ciento en todo el estado.
Los niños se enfrentan a consecuencias derivadas de la inseguridad como el consumo de drogas y la incursión a grupos delictivos. “Pero también es un reflejo de la economía, pues cada vez son más las madres de familia que deben trabajar en el campo, dejando a sus hijos al cuidado de los abuelos o, en el peor de los casos, sin vigilancia alguna”.