MORELIA, Mich.- (OEM-Infomex).- Más allá de las estadísticas que colocan a Michoacán como la cuarta entidad del país con mayor índice de deserción escolar, desde el nivel básico al medio superior, están las historias de quienes por circunstancias de la vida tuvieron que abandonar sus estudios a pesar de que ello representaba truncar, sino la única, la primera y más importante de sus metas.
Causas que sin duda son las de mayor frecuencia en México para que un joven se vea obligado a desistir en la continuación de sus estudios: la falta de recursos económicos y cuando se presentan otros fenómenos como embarazos no deseados, además de las adicciones, todo esto redondeándose a la educación y apoyo obtenido desde el seno familiar.
Desde el punto de vista psicológico, el especialista en desarrollo humano, Juan Pablo Santos, vislumbra dos aristas importantes respecto a la deserción escolar. La primera tiene que ver con el espacio formativo, ya que la misión del docente no tiene que ser nada más enseñar a sumar dos más dos, sino tiene que ir más enfocada a la atención psicológica de esos alumnos proclives al abandono de las aulas.
Y la otra, identifica cuestiones como la desunión familiar, en la que advierte una situación de alerta para los padres o tutores, ante la temible aparición de las adicciones a las drogas y/o el alcohol, las cuales, dicho sea de paso, han ido en ascenso en los últimos años, estando Michoacán dentro de las entidades con más alto consumo de alcohol en secundaria y bachillerato.
Hoy por hoy vivimos una crisis de unión familiar por muchas cosas, pero los papás deben estar muy alertas, hago un llamado para que los papás estén al pendiente de sus hijos, porque cada vez son más proclives al mundo de las drogas y embarazo adolescente. La combinación de ambas aristas puede llevar a prevenir que miles de estudiantes salgan de las aulas
Recomienda la convivencia y apertura de canales de comunicación con hijos e hijas, sin que esto se vuelva una tarea titánica, sobre todo para los padres al buscar la manera de acercarse a un adolescente, “cuando existen estos canales de comunicación, o bien los construimos, podemos darnos cuenta de qué es lo que está pasando por la mente de los adolescentes y entonces podemos tener una autopista directa para saber cómo los podemos ayudar”.
De la inestabilidad a la calma
“No terminar la carrera no es que me haya detenido o que mi vida se haya venido abajo, pero sí hay una diferencia”, reconoció Samantha Chávez Vieyra, quien al claudicar a la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el quinto semestre de la misma la llevó a un gran cambio de vida, que al día de hoy la mantiene satisfecha.
Para El Sol de Morelia narró que si bien era una de las estudiantes más participativas y con un gran talento para la fotografía y publicidad, su estado emocional y mental la llevó a tomar esa decisión no solamente en el aspecto profesional, al dejar de lado sus estudios, sino otras cuestiones personales de igual importancia que también repercutieron en su vida más adelante.
Pude haber seguido uno o dos años después, pero la verdad es que mi vida empezó a tomar otro rumbo, empecé a enfocarme más en el desarrollo espiritual, no es que esté peleado, pero decidí enfocarme más en esa parte
Reconoce que dicha decisión la obligó a descubrirse de otras maneras y pudo explotar los pocos conocimientos adquiridos en los casi tres años de cuatro en que compartió aula con sus excompañeros, sintiéndose motivada y contenta cuando vio a varios de ellos haber logrado su propósito, pese a que ella no corrió con la misma suerte, pero que tampoco le ha impedido no prepararse por su propia cuenta.
De las aulas de clase a la maternidad
La adolescencia de Mariela así a secas porque prefirió reservarse su nombre completo no fue sencilla, desde los 11 años conoció el rechazo de su padre hacia ella, sus dos hermanos menores y por supuesto su madre, quien para llevar un plato de comida a su mesa salía del hogar desde las 7:00 de la mañana y regresaba hasta altas horas de la noche.
Su historia parece salir de una telenovela, pero el quebranto de su voz mientras narraba aquel episodio en que su abuela materna perdió la vida, y ahora sus dos hermanos, quienes fueron criados por doña Emilia, ante la ausencia de su mamá, mostraron a todas luces la fragilidad y dificultad de la vida en ciertas circunstancias. Sobre todo porque supo, en ese momento, que tendría que ser responsable de Paco y Omar, de ocho y siete años, respectivamente.
Sin querer entrar en más detalles, puesto que para Mariela los recuerdos duelen, dijo: “Todavía me acuerdo cuando le dije a mi mamá que quería ir a la prepa y que quería seguir estudiando”, asintiendo con la cabeza, lo cual no fue lo mismo cuando le confesó que estaba embarazada de su novio Esteban.
“¿En qué estabas pensando?, me gritó, yo ni sabía qué decirle, sólo chillaba y chillaba pensando por qué me pasó a mí y cómo le haría, la verdad sigo preguntándomelo”, se rió Mariela, para después contar que si bien su madre no la desprotegió, sí le exigió que junto con el padre del niño -en camino- se hicieran responsables y se pusieran a trabajar.
Hoy, cuatro años después, Mariela tiene dos hijos junto a Esteban, este último al sí haber concluido el bachillerato, pues le ganaba dos años a Mariela, siguió sus estudios. Mientras que ella apenas se prepara para su examen del Ceneval, confiada en que con todo y Máximo, su niño, de casi la misma edad de aquel momento, pueda obtener su certificado y posterior a ello entrar a la universidad, en alguna carrera abierta, pues dice: “No quiero repetir lo mismo, que mi hijo crezca como yo, sin su mamá”.
La estadística
En Michoacán y conforme a los datos emitidos y actualizados hasta el año 2018 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, sumarían cerca de 527 mil 617 jóvenes de nivel medio superior y superior, de entre 15 y 24 años, que no acuden a una escuela. Es decir, 63% de los 839 mil 94 michoacanos dentro de ese rango de edad.
Lo anterior, al arrojar que de los 423 mil 925 jóvenes de 15 a 19 años de edad, sólo 53.3% asiste a la escuela, es decir, que 46.7%, ascendiente a los más de 19 mil adolescentes, no estudia o dejó de hacerlo.
Para el caso de los 415 mil 169 jóvenes michoacanos de 20 a 24 años, 79.4% no asiste a la escuela, es decir, poco más de 32 mil 700 jóvenes en la misma situación.
Aunado a que según las estimaciones de la Secretaría de Salud respecto al embarazo adolescente, por cada 10 mujeres adolescentes, tres se encuentran en esta situación, cuyo fenómeno no sólo pone en riesgo a éstas, sino cambia sus planes de vida y se ven forzadas a abandonar su educación.
Fenómeno que si bien se presenta con mayor frecuencia en municipios como Zamora, Los Reyes, Uruapan, Jacona y Morelia, en un cruce con la generalidad de jóvenes sin estudiar, arrojaría por lo menos 15 mil jóvenes mujeres que pasaron de las aulas de clases a la maternidad.
Pese a ello, afortunadamente existen todavía algunos esfuerzos por parte de las instituciones públicas, entre ellas el Instituto de la Juventud Michoacana, que aun cuando los presupuestos son insuficientes, hay programas para prevenir la deserción escolar, como “Rutas de la juventud”.
El cual, a decir de su titular, Fanny Arreola Pichardo, consiste en llevar charlas de orientación vocacional, a fin de promover en ese sector de la población la importancia de obtener un título universitario, ya que hay zonas de la entidad con mayor tasa de deserción.
“Al igual que la franja con Jalisco, la zona de la Tierra Caliente está por encima de la media en cuanto a deserción escolar, y nosotros a través del programa tocamos también el tema de la integridad en la salud, física, social y psicológica de los jóvenes”, indicó y mencionó que la falta de economía familiar, seguida de las problemáticas internas en ese mismo núcleo, son las causas que ha detectado el Ijumich.
Explicó que a la par se lleva a cabo la promoción y vinculación con programas de becas junto al Gobierno de la República y el estatal para adolescentes y jóvenes de escuelas del sector público y privado. Sin embargo y dadas las nuevas reglas de operación emprendidas por la actual administración federal, así como los recortes presupuestales, no han obtenido buena respuesta para el registro de seis nuevas políticas públicas.