Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- La loma de Santa María fue poblada entre los 70 y los 80 del siglo XX, pero quienes ahora viven ahí están sobre vestigios que dejaron personas antiguas hace casi dos mil años, porque en esa misma zona existió un Señorío, el cual duró siglos y sí, dejó ruinas que sobrevivieron al viento, a la lluvia y al maleza pero no a la modernidad.
Y es que sí hubo un sitio arqueológico en la loma de Santa María, el cual fue tapado por las edificaciones actuales, aunque antes de que eso ocurriera los investigadores alcanzaron a recolectar evidencias sobre esa cultura antigua, lo que produjeron, sus formas de vida y hasta sus ritos funerarios.
Esto nos lo confirmó en entrevista el arqueólogo Ramiro Aguayo Haro, el cual está adscrito al centro Michoacán del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Entonces, debajo de las casas lujosas hay vestigios de una población antigua, un Señorío cuyo carácter étnico no era purépechas ni tampoco pirinda. El propio Aguayo Haro enfatizó que no eran pirindas, “sabemos que existieron pero a nivel arqueológico todavía no están muy bien delimitados. Fueron un desarrollo local que parece que tuvieron contactos con Teotihuacán o la cuenta de Cuitzeo”.
Ahora bien, el arqueólogo expresó que no podría decir si “es tal o cual grupo”, pero sí se sabe que el Señorío existió entre el 200 y el 900 después de Cristo. Es decir, los pobladores antiguos de Santa María llegaron hace más de 1800 años al lugar.
Al ser cuestionado sobre cómo se saben esa y otras cuestiones sobre los antiguos pobladores de la loma, Aguayo Haro responde que es porque antes de que las ruinas arqueológicas fueran cubiertas por las actuales casas, los investigadores pudieron hacer excavaciones en la zona.
Los trabajos de investigación por parte del INAH ocurrieron entre 1974 y 1982, pero las personas ya sabían de la existencia de la zona arqueológica desde décadas antes, pues contó lo siguiente: “tenemos referencias que a principios del siglo XX hubo expediciones de parte del Museo Regional Michoacano para ir a extraer piezas e integrarlos a sus vitrinas; eso nos hace pensar que el sitio era mucho más grande”.
Entonces esto plantea la pregunta de porqué el ayuntamiento de Morelia permitió la urbanización con la pérdida de prácticamente toda una zona arqueológica. Lo que se sabe, es que el Señorío tenía una zona habitacional con terrazas, plazas ceremoniales y áreas para ritos funerarios.
Esos conocimientos se pudieron extraer por las excavaciones del INAH, las cuales tuvieron la intención de que se rescatara lo más posible “porque los fraccionadores ya habían vendido y la gente ya quería construir su casa”. Además, Aguayo Haro recordó que el centro INAH Michoacán no existía en 1974, “entonces mucha de esta información se fue a la Ciudad de México”.
Pero el hecho de que las ruinas arqueológicas fueran cubiertas por la urbanización actual, no implica que ya no pueda hacerse investigación. Un ejemplo es, mencionó, “la riqueza en los elementos decorativos de su cerámica, es de las más elaboradas con elementos muy bellos y queda pendiente establecer un comparativo entre esta tradición cerámica y la región de la cuenca de Zacapu, que también tiene cerámicas altamente decoradas”.
La cuestión es que hay piezas que están resguardadas en el Museo Regional Michoacano, entonces “como parte de las acciones que estamos haciendo en el INAH Michoacán es un reanálisis de los materiales; el director de ese museo Jaime Reyes, nos dio acceso a las bodegas y estamos fotografiando parte de esas colecciones, no sólo de la loma de Santa María sino de otros proyectos de la cuenca de Cuitzeo”.
La idea de esto es, afirmó, que se publiquen investigaciones. En el caso particular de Aguayo Haro, su interés está en el análisis de los ritos funerarios. Tiene por delante una tarea amplia, porque prácticamente es hacer arqueología de la arqueología.