Morelia, Michoacán (OEM - Infomex).- "Primero, no es sordomudos ni muditos, sino personas sordas" una aclaración que hace ver la maestra en inclusión educativa Elizabeth Araceli Vega Mora, mejor conocida como Liz Vega. Y comenzamos así porque ella también confirma que las actitudes de la sociedad hacia quienes tienen discapacidad auditiva aún es de indolencia y hostilidad.
Y es que dejar en claro los conceptos y evitar lo peyorativo, es un primer paso hacia los cambios que se necesitan para la integración. Liz Vega sabe de ello porque tiene más de tres décadas dedicando su tiempo y energía para la educación y la integración de las personas sordas. Es prácticamente una activista social, que también tiene presencia en redes.
De hecho, tiene una página de Facebook donde sube cápsulas audiovisuales para enseñar la lengua de señas mexicana. Tiene 11 mil seguidores, publicaciones con más de 400 reacciones y una calificación de 5 estrellas. Nada mal para alguien que busca difundir material educativo antes que ser influencer.
Pero a diferencia de muchos influencers, ella tiene una preparación y una carrera de años atrás. Porque la vida, con todas sus necesidades, regalos y caminos, ya existía antes de las redes sociales. En el caso de Liz Vega, mencionó que su sendero con la lengua de señas mexicanas, la educación y la inclusión de las personas comenzó prácticamente desde que nació.
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“Soy de una familia muy grande, soy la número 13 de 14 hermanos, de los cuales son 9 personas sordas y 5 oyentes; yo observé que mis hermanos no sabían leer ni escribir y entonces me nació el amor a la educación”. Y es que la propia Liz Vega, siendo niña, se encargó de replicar con sus hermanos lo que ella misma aprendía en la escuela.
Contó que gracias a esa experiencia, le nació el sueño de ser maestra para sordos, “justamente para ayudarles, enseñarles y darles todo mi conocimiento, mi cariño, mi amor, mi atención y hablarles en su lengua”. Entonces estudió una licenciatura en problemas del aprendizaje en el Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación (IMCED), después hizo una maestría en inclusión educativa en el Instituto Universitario de Puebla (IUP).
Con los conocimientos adquiridos en esos lugares, Liz Vega se desempeña en instancias de diversa índole, desde el Congreso estatal hasta el Centro Cultural UNAM, pasando por la catedral, donde interpreta las misas del medio día, de los últimos domingos de cada mes. Además claro de las redes sociales también.
“Apoyo dando voz a las personas sordas, es algo que me llena de energía y gratitud, para mí el mundo de los sordos es mi mundo, porque mi madre también fue sorda, que en paz descanse”.
Pero es que además, la maestra realiza una labor que es necesaria porque la evolución de la sociedad hacia los sordos es poca, “ha habido un cambio mínimo, es la pura verdad”. Los ejemplos que pone Liz Vega sobran: “si vas al área de salud y preguntas si hay intérpretes, no los habrá, no hay, la persona sorda siempre tiene que llevar a alguien, un tercero que le ayude”, algo que, según sea el caso, podía lesionar la privacidad de la persona.
Liz Vega es clara y pone otro ejemplo “¿a quién le gustaría ir acompañado por la mamá y en la consulta decir ‘tuve sexo y creo que me pegaron una infección’?, yo creo que a nadie”. Pero este es un aspecto, otro sector lleno de predicamentos para las personas sordas es el educativo, “hay muchos sordos que quieren seguir estudiando, pero debido a que no hay acceso a la educación no pueden”.
Con base a lo anterior cuestiona lo siguiente “¿dónde está el cambio?, se verá en un recuadro en televisión pero como dice mi hija, que es sorda, cuando va a la universidad no podrá sacar el recuadro; es decir, está bien que haya intérpretes pero deberían estar en donde se necesitan, no sólo en eventos que duran una hora y ya”, porque esto último es atender la punta del iceberg.
Debido a lo anterior, Liz Vega refiere que desde su infancia ha luchado “contra la diferencia, contra un mundo que no entiende a la cultura sorda, la discapacidad auditiva; es algo que dejaré de hacer hasta el último día de mi vida porque los sordos necesitan esa apertura donde se les respeten sus derechos”.
