A prueba de toda crisis, la alfarería y orfebrería de Santa Clara del Cobre se mantiene tan resistente como el metal que a diario martillan cientos de hombres en esta comunidad que conserva sus raíces purépechas.
En más de un centenar de talleres tradicionales y fábricas, las manos mágicas de los artífices dan forma a un promedio de 500 toneladas de metal reciclado al año; transformado en refinadas artesanías, jarrones, candelabros, colgantes, marcos, joyería, utensilios de cocina y el prestigiado cazo.
Santa Clara del Cobre es la cabecera municipal de Salvador Escalante, municipio ubicado a 70 kilómetros de la capital michoacana. Es una comunidad llena de historia, de casas pintadas con los colores característicos de un Pueblo Mágico, de emblemáticos edificios religiosos que datan del siglo XVI, plazuelas y portales, donde los rayos del sol proyectan el naranja-rojizo de sus adornos en cobre en cada crepúsculo.
Se conserva la técnica artesanal, forjada por la mano del hombre, que utiliza martillos, marros y pinzas. Al rojo vivo del fuego, se coloca el metal, hasta alcanzar el máximo de temperatura para comenzar el proceso productivo (hasta 1 mil 200 grados centígrados). De acuerdo con el grado de complejidad, un cazo o pieza de concurso se elabora por más de un mes.
En el plano industrial, se cuenta con fábricas que emplean hasta 100 personas. Ahí se elaboran tarjas, lavabos y tinas de baño con alta demanda en Estados Unidos y países de Europa; hasta en un 95 por ciento se exportan.
En la joyería, son las mujeres en su mayoría, las dedicadas a la elaboración y venta de aretes, anillos, collares, gargantillas y brazaletes. Entre 50 y 60 talleres manufacturan a esta línea de productos.
Hoy día la artesanía de cobre es una actividad rentable, es bien vendida, genera empleo e ingresos para las familias. Pequeños artesanos han transitado al plano empresarial, convertidos en exportadores.
Por su técnica y creatividad, la alfarería de cobre posee la marca colectiva Región de Origen otorgada en 2006 por el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial (IMPI); una década después se renovó, cuya vigencia será al 2025.
Museografía de un pueblo
Desde su apertura, en el año de 1977, el Museo Nacional del Cobre está lleno de historia y tradición, en una galería de fotos, herramientas rudimentarias utilizadas por los artesanos purépechas hasta las piezas premiadas con galardones nacionales.
Alberga también, el Premio Nacional de Ciencias en Artes y Tradiciones Populares, otorgado en 1984 a los artesanos de Santa Clara del Cobre por su creatividad en el arte del cobre martillado y por el amplio prestigio que han alcanzado en México y en el mundo.
Al centro de la sala izquierda del inmueble, con su botella en mano, canasta e inseparable calaca se encuentra una escultura de "Pito Pérez", el personaje de la obra del escritor michoacano José Rubén Romero, publicada en el año de 1938, al estilo picaresco español.
Incluso, ya se puede observar un figura de él en el campanario de la antigua Iglesia, donde se sentaba a observar desde las alturas su natal Santa Clara. Su voz representó una crítica a la injusticia social que continuó aun después de la Revolución Mexicana, a través de la novela de Rubén Romero y que en la pantalla grande fue interpretado por Germán Valdez "Tin Tan" en el año de 1957.
Hoy día, el Museo Nacional del Cobre es administrado por el Instituto del Artesano Michoacano y el Ayuntamiento de Salvador Escalante, de cuya dirección está en manos de Pablo Gómez Reyes.
El directivo informó que distribuida en 8 salas, se cuenta con una colección de más de 500 piezas de cobre, además de 80 fotografías que componen la muestra "Entre Magia y Fuego".
También se cuenta con un taller-escuela, donde los maestros artesanos enseñan a las nuevas generaciones el arte de martillar el cobre, además de ser un espacio de exhibición en cada edición de la Feria Nacional del Cobre, que este año celebrará 54 años.
Dispone de una área de tienda, donde 65 artífices adheridos a la Unión de Artesanos del Estado de Michoacán (UNEAMICH), exponen sus amplia gama de productos.
Es de recordar que la llegada del obispo Vasco de Quiroga, el "Tata Vasco" como muchos de los artesanos lo llaman, enseñó a perfeccionar las técnicas artesanales de los nativos, al mismo tiempo que introdujo nuevas técnicas de elaboración provenientes de España, entre ellas, la técnica de la fundición y el martillado, las cuales perduran hasta nuestros días.
Al año, este espacio que conserva la arquitectura de los pueblos purépechas, es visitado por 40 mil personas al año; las mejores temporadas son el verano, noche de muertos y semana santa.
Oferta turística
El 16 de junio de 2010, Santa Clara del Cobre se convirtió en el cuarto Pueblo Mágico en el estado, desde entonces la población, organizaciones civiles y autoridades de los 3 niveles de gobierno se han dedicado a su dignificación y mejoramiento de la imagen urbana.
Tan sólo en 2018, con el Programa de Desarrollo Turístico y Pueblos Mágicos se aplicaron 25 millones de pesos en infraestructura urbana, además de la construcción de cocinas tradicionales en el muelle del Lago de Zirahuén.
Fernando Rueda Castro, director de Turismo, resaltó que en este lugar emblemático, además de conocer del arte popular y comprar artesanías, el turista puede degustar de la gastronomía local como son las gorditas de guisado de Doña Mary, local con 58 años de tradición generacional. Todos los días se preparan hasta 12 guisados de carnes y verduras.
Obligadas son las singulares tortas de tostada de carne apache; entre sus ingredientes incluye queso de puerco, jamón, cebolla, jitomate y chile perón, que se venden en la plaza principal. Mientras que en el portal, las carnitas cocinadas en cazo de cobre son un manjar para los paseantes.
Además, anotó, no se pueden ir de Salvador Escalante sin probar el caldo de pescado blanco que preparan las cocineras de Zirahuén, así como filete empanizado o frito.
