Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Poco se habla de la oferta de bebidas refrescantes sin alcohol ya que las clásicas alternativas son las limonadas, las naranjadas y los refrescos, pero con el paso del tiempo, han llegado opciones innovadoras como la kombucha, que tiene un origen oriental y que ha ganado terreno como una bebida saludable y agradable al paladar en el mercado mexicano.
Paulina Carmolinga Cortés de 29 años, bióloga de profesión, pero empresaria por vocación es la dirigente de “Medusa: bebida viva, rica en probióticos” que produce la kombucha de diferentes sabores. En síntesis, la kombucha es un fermento de té endulzado. Paulina Carmolinga escuchó hablar por primera vez de la kombucha a través de su hermana que se dedica a la industria restaurantera como chef.
“Ha trabajado tanto en México como en otras partes del mundo y ella se dedica más a comidas de diferentes tiempos y casi siempre estas bebidas llevan maridajes con vino o algún tipo de cerveza y la opción que les ofrecían a las personas que no consumen alcohol es la kombucha, eso fue cuando mi hermana estaba en Japón y me comentó de su existencia”.
La joven empresaria solía pasar su tiempo en el laboratorio desempeñándose como bióloga, ya que siempre tuvo un gusto particular por el desarrollo de control biológico, pero al mencionarle su hermana sobre el proceso de fermentación y el auge que la kombucha tiene actualmente en lugares como Europa y Estados Unidos, empezó a creer en que se trataba de una buena propuesta, ya que, refirió la joven “la comercialización de la kombucha inició en los años 70 en Japón y China”.
En este sentido, Carmolinga Cortés ya convencida de producir kombucha inició su búsqueda por el ‘hongo chino’, “Nos pusimos a buscar el hongo al que comúnmente le dicen ‘madre’ y mi hermana me enseñó a mantenerla porque es difícil mantener la kombucha, porque no es como que se pueda tapar y no entre en ella ningún patógeno que contamine a la madre, tiene su proceso”.
La manera en que se elabora la kombucha Medusa lleva distintos pasos en los que los productores deben ser muy cuidadosos, se trata de dos procesos de fermentación, según explicó Paulina Carmolinga: primero se hace la infusión concentrada de té que se diluye en agua y se le pone cierto porcentaje de azúcar, este tiene que ser alto porque solamente así las bacterias y las levaduras trabajan; ya que está hecha la infusión se le pone el hongo, “la madre”, que tiene tanto bacterias como levaduras y se le coloca un líquido ‘arrancador’ que es la kombucha fermentada teniendo un Ph de 3 ya que si es más bajo se transforma en vinagre, el arrancador funciona para que no lleguen patógenos al producto.
El proceso de fermentación varía según la temporada, en primavera suelen fermentar en ocho días, mientras que en invierno pueden tardar hasta 21 días; el azúcar se convierte en etanol y las bacterias consumen este alcohol para producir ácido acético y otros; al final con un sabor ideal y un Ph ideal, al gusto del productor, se embotella y ahí ocurre la segunda fermentación donde se saboriza con jugos naturales que se pausterizan, ese azúcar de la fruta se vuelve CO2, o sea, se gasifica, esto tarda de uno a dos días.
El inicio de Medusa fue en el cuarto de un departamento de un amigo que se interesó por el proyecto, el producto se comercializaba en envases de vino, al principio tuvieron que hacer que la gente se acostumbrara a probarlo porque cuando los clientes se acercaban a preguntarles ¿qué es la kombucha? se escandalizaban al saber que era un fermento y que, por lo tanto, les vendían algo “echado a perder”. Conforme la producción fue creciendo tuvieron que migrar a una bodega.
“Nosotros empezamos a madurar el proyecto en pandemia, en el 2020, para ya tener una imagen, una botella definida, una marca. Nuestros primeros clientes fueron conocidos y personas propietarias tiendas naturistas porque ellas sí las conocían, nos decían que sus clientes preguntaban por la kombucha porque les sirve mucho para los problemas gastrointestinales o como pre-entrenamiento o tener energía en el trabajo”.
Hoy en día Medusa cuenta con sabores como: mango, té negro, limón con chía, mix de berries, té verde, piña-hierbabuena, mandarina y toronjas. El costo al público suele ser de 480 pesos la caja con 12 botellas donde los clientes pueden regresar las botellas vacías para que en su siguiente compra se les regalen dos botellas más, esto con el fin de reutilizar.
Medusa se distribuye a través de Instagram y restaurantes como una bebida alternativa sin alcohol y bares con la posibilidad de que sirvan para mixología.