Morelia, Michoacán. (OEM-Infomex).- Luego de que el 23 de marzo de 2020 se diera a conocer el primer caso positivo al nuevo coranavirus en Michoacán, autoridades estatales se vieron en la necesidad de cancelar los eventos masivos como una medida extrema que evitara la propagación de la enfermedad. El más importante fue Semana Santa, lo que iba a repercutir no solo en la interrupción de una tradición pagana, sino que significó un golpe brutal a la economía de la entidad en el rubro de turismo religioso.
A un año de distancia y con un saldo inesperado (más de 56 mil 400 casos positivos y casi 5 mil defunciones) una vez más las celebraciones litúrgicas serán limitadas, sin actos masivos en las calles ni iglesias llenas. Aunque el proceso de vacunación ha comenzado, aún se corre el riesgo de contagios y lo que es más: se espera una tercera ola una vez que termine este periodo vacacional, pues se calcula que será mucha la población que salga de paseo en vez de quedarse en casa.
Por lo que respecta a Morelia, sin duda el acto que más se extrañó el año pasado y se volverá a extrañar en el 2021 es la Procesión del Silencio, que por 43 ediciones consecutivas reunió a miles de personas que atestiguaron el recorrido que parte de la Fuente de Las Tarascas para concluir en el templo de Las Capuchinas y que tiene como fundamento los cinco misterios dolorosos y las 14 estaciones del Viacrucis que son representadas por las cofradías.
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Se dice que la tradición fue traída a la entonces Nueva España por los padres Carmelitas en 1585 para entonces arraigarse con fuerza en lugares como Querétaro, San Luis Potosí, San Miguel de Allende, Taxco y desde luego la capital michoacana. En este caso, la caminata comienza el Viernes Santo poco antes de las 20:00 horas para así demostrar el duelo por la muerte de Jesús. Al ritual se unen 24 cofradías que son encabezadas por la Virgen de Dolores, y desde luego, se le suman miles de personas que de forma voluntaria acompañan a los religiosos.
El trayecto incluye una parada para dar pie a la ceremonia de Pésame en la Plaza Valladolid y en 11 balcones bajo los cuales se comparten “saetas”, canciones cuya temática es el dolor de Cristo durante la pasión. Son coplas de 4 versos, cada uno de 8 sílabas y rima asonante, flexible en los versos que riman. Tiene su origen en los rezos árabes y los cantos judíos, combinados con los rezos a la Virgen y a Jesús, como lo describe la investigadora Nektli Rojas en el artículo La Procesión del Silencio en Morelia.
Añade que cada cofradía adopta imágenes icónicas y una forma particular de vestirse, ya sea de negro, de verdugo o de romano.
Rojas añade que las procesiones surgieron en Israel “cuando Dios mismo ordenó a Josué que organizara siete procesiones en Jericó, según el Antiguo Testamento. En los tiempos del cristianismo inicial, las procesiones transcurrían dentro de los claustros. Fue en los siglos X y XI que comenzaron a ser realizadas en las calles. En los siglos XV y XVI hubo procesiones de los dominicos flagelantes, que se golpeaban públicamente en una penitencia de bestias, en palabras de la muy querida Santa Teresa”.
De las calles a lo virtual
Sin la posibilidad de regresar a la antigua normalidad, el Ayuntamiento de Morelia ya prepara una peculiar Procesión del Silencio desde la esfera virtual, para que la gente no se desconecte de la tradición que ha perdurado a lo largo de más de cuatro décadas. Cancelar tanto este como otros rituales ha tenido un efecto “devastador”, según describe el secretario de Cultura municipal, Roberto Monroy, quien además de las pérdidas humanas lamenta la enorme repercusión en términos económicos. “Fueron tres meses de cierre absoluto, que no permitió ningún tipo de actividad turística además del cierre de negocios”, recuerda, aunque espera que pronto se le dé la vuelta a la página.
El funcionario acepta que hace 12 meses no se pudo hacer prácticamente nada en materia de la Semana Mayor, más allá de colocar las banderas moradas en el Centro Histórico. “La Procesión del Silencio en Morelia es la más importante de América Latina, al igual que la de San Luis Potosí; es un evento de mucho misticismo, religiosidad, tradición. Tenemos una matraca en Catedral con más de 110 años que se toca solo en Viernes Santo y hemos calculado que son unas tres mil personas las que se unen a la Procesión del Silencio”, señala.
En una Semana Santa más la Semana de Pascua la derrama económica se calcula en 200 millones de pesos, tanto por el consumo turístico como el interno. “Hemos perdido mucho, pero esperemos que el próximo año todos andemos sanos y en la calle”, concluye Monroy.