Morelia, Michoacán. (OEM-Infomex).- De unos mil 200 habitantes que poblaban la comunidad de El Aguaje, que pertenece al municipio de Aguililla, “si acaso quedarán unas 50 personas, los demás ya fueron desplazados por el crimen organizado”.
La sentencia es del sacerdote José Luis Segura Barragán, quien en entrevista exclusiva para El Sol de Morelia, describe con detalle la situación por la que pasa esa zona de la Tierra Caliente, donde grupos como el Cartel Jalisco Nueva Generación y Los Viagras sostienen una guerra sin cuartel que apenas esta semana recurrió al uso de drones para lanzar explosivos, hecho que fue calificado como “terrorismo” por el gobierno federal.
Contactado vía telefónica, el párroco católico dice que desde hace seis meses Aguililla está aislada, con carreteras trozadas ante el temor de que “los de Jalisco” se metan.
En específico, el clima de zozobra ha hecho de El Aguaje un pueblo fantasma, donde la mayoría de sus moradores huyeron a otros pueblos como Apatzingán, donde han sido recibidos por familiares, ciudadanos y también por el sacerdote Gregorio López, mejor conocido como “El Padre Goyo”.
Quienes han decidido quedarse, afirma Segura, “son los más pobres y los más viejos”, esos que ya no tienen miedo de morir, a los que nada ni nadie los va a mover de la tierra que los vio nacer.
Tierra sin ley
“De la autoridad municipal es mejor ni hablar”, sostiene el padre Segura, pues el alcalde de Aguililla, el priista Osvaldo Maldonado Zepeda, “tiene compromisos con el grupo que lo puso, entonces él no puede hacer nada ni estar en ningún lado, no se puede enfrentar a los delincuentes”.
Desde que la crisis tocó su punto más alto, en el último tercio de 2020, diferentes sacerdotes se han organizado para llevar despensas y medicinas a los cada vez menos habitantes de El Aguaje, con la certeza de que al menos los jefes de los cárteles aún respetan a los emisarios religiosos.
“Pero no por eso nos sentimos a salvo, porque los códigos de respeto a lo mejor los siguen los jefes, pero no los muchachitos que andan de sicarios, ellos andan drogados y pueden matar a cualquiera”, dice quien hasta hace unos meses era el encargado de la Parroquia de la Presa del Rosario, poblado que limita con San José de Chila, una de las rancherías de Aguililla que ha sido azotada por los enfrentamientos entre cárteles.
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Ahora, desde Lomas Jalisco, comunidad cercana a La Ruana, Segura mantiene contacto constante con el padre Manuel, quien lo mantiene al tanto del acontecer en El Aguaje.
El panorama es desolador, acepta, pues bajo su punto de vista, el gobierno encabezado por el perredista Silvano Aureoles Conejo, “tiene complicidad con uno de los grupos delictivos de Michoacán; eso no es invento mío, es de conocimiento general. Por parte del gobierno no va a llegar el apoyo nunca, porque los pocos que se quedaron en El Aguaje no son de los Viagras, ni de los Cárteles Unidos o Los Templarios, es gente pobre que no tiene para dónde hacerse”.
Precisa que parte de la disputa territorial obedece a que Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”, líder del CJNG, quién nació en la comunidad de Naranjo Viejo, muy cercano a El Aguaje. “Es un conflicto por quién domina la plaza; hace 14 años a la familia del Mencho los corrieron del Naranjo y desde entonces me imagino que tienen el deseo de apoderarse de la zona”.
Se enferman y se mueren
Con bloqueos carreteros casi diarios, los habitantes de las rancherías en la región saben que si no mueren en el fuego cruzado, probablemente lo hagan producto de una enfermedad, pues no hay médicos a los cuales recurrir en casos de emergencia. Así describe un laberinto por la zona: “Si los de Aguililla quieren salir, primero hacen un viaje de dos horas a Dos Aguas y de ahí otra hora al municipio de Coalcomán”.
Este viernes se tiene prevista la visita del nuncio Franco Coppola, quien ofrecerá una misa en Aguililla como mensaje de paz para la región. Segura Barragán espera que todo se lleve sin contratiempos, pero fuera de ese acto de fe, al futuro no lo ve con esperanza.