El Aguaje, Michoacán-(OEM-Infomex).- Pese a ser un pueblo con escasos moradores, El Aguaje, epicentro de la violencia en el municipio michoacano de Aguililla, recobró por una hora la antigua normalidad. El milagro ocurrió cuando el nuncio apostólico Franco Coppola y el obispo Cristóbal Ascencio García ofrecieron una misa en la iglesia del pueblo, misma que lucía llena, con mujeres, hombres, niñas y niños que portaban cartulinas con leyendas de esperanza.
En la homilía, el sacerdote italiano dijo que le daba tristeza ver tantas casas abandonadas en esta comunidad, pero al mismo tiempo agradeció a los feligreses por atreverse a regresar, "por tener el valor de salir de sus casas, por tener el valor de regresar a su pueblo".
Hizo votos porque el futuro sea distinto: "Ojalá que la próxima vez que regrese sea para celebrar que reina la paz", remató.
Antes del acto de bendición, una mujer de la localidad tomó el micrófono para, a nombre de todos sus vecinos, agradecer la visita religiosa y aceptar que viven con miedo, que han escuchado y visto los enfrentamientos entre bandas criminales y no quieren que eso sea para siempre.
Entre constantes aplausos, el obispo Cristóbal Ascencio prometió conseguir rosarios bendecidos por el Papa Francisco, solo que el nuncio se adelantó y sorpresivamente repartió varios de ellos entre los más pequeños del templo.
El Aguaje se volvió a llenar de gente, aunque solo fue por unos minutos, pues al final de la misa sus calles volvieron a lucir desoladas, vacías de gente y vida.