Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Al Área Natural Protegida (ANP) del Cerro del Punhuato, en Morelia, se le cuida desde 1991. Voluntarios han ido y venido por esta zona con el objetivo de preservar uno de los pulmones de la ciudad. Con el paso del tiempo, se ha vuelto una tradición convertirse en un guardián más de la reserva.
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La bióloga y técnica en ANP, Isabel Ignacio Sánchez, desglosa que el trabajo que se hace en el cerro siempre ha sido así: voluntario y sin fines de lucro. Ya sea a través de programas gubernamentales o meramente organización ciudadana, nunca han faltado manos para apoyar en las labores de conservación.
“En un inicio se hacía mucha reforestación, incluso con el apoyo de ambientalistas extranjeros, pero en los últimos años se ha extendido el programa con más actividades porque se trata de una demanda propia de la sociedad civil, es mucho lo que se ha invertido en su recuperación”.
Dentro de las acciones que se han aplicado se encuentra el desmonte para el desarrollo de las actividades agrícolas, ganadería extensiva de bovinos y caprinos, extracción de madera para la construcción, extracción de plantas leñosas para combustible, cacería de distintas especies de aves y mamíferos, aumento de asentamientos humanos irregulares, incendios en los meses de sequía, recolección de basura, entre otros.
Irónicamente, los guardianes deben mantenerse alertas ante las amenazas que provienen de la mano del ser humano, pues un ejemplo de ello fue el incendio que se presentó en la zona durante el mes de abril del año pasado, ya que, a decir de la especialista, se trataron de siniestros provocados.
El fuego hizo su aparición un domingo. Por varios puntos del cerro, las llamas devoraron mezquites, tepames, palo dulce, pino, encino y algunas especies protegidas como parotilla, ceiba y nogalillo. A nueve meses de aquel incidente, los voluntarios se mantienen limpiando los predios del combustible que quedó, monitoreando las especies silvestres, liberando las cañadas y dándole mantenimiento a las presas filtrantes de piedra.
“El apoyo de diferentes sectores de la sociedad siempre se ha visto, al grado de que hemos logrado restablecer la vegetación, pero todavía falta mucho por hacer, afortunadamente estamos acompañados de jóvenes líderes como voluntarios” concluyó la bióloga.
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Al paso del tiempo y de las administraciones estatales, el programa de voluntarios se ha ido perfeccionando. De acuerdo con los datos proporcionados por la Secretaría de Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Territorial, el año pasado durante la temporada se realizaron 538 jornadas de trabajo voluntario, donde participaron 512 personas en 29 fechas programadas. Respecto a la temporada 2018, se incrementó el número de actividades en un 414 por ciento.
Se hace por satisfacción
Rafael Rodríguez Ramírez conoció el Cerro del Punhuato en 2018 gracias a una excursión escolar. En aquel viaje, el objetivo era conocer la fauna que habitaba en el área natural, pero más allá de la actividad, le llamó la atención este sitio que, para muchos morelianos, sigue siendo desconocido.
Posteriormente, conoció a Isabel Sánchez y no dudó en hacerse voluntario, involucrarse en las actividades, capacitarse para entender qué significaba conservar un espacio de este tipo y sobre todo, ser consciente que el cuidado de las áreas naturales está en manos de los seres humanos.
“He podido tener participación en la restauración de suelo, montando barreras para que no se deslave el cerro, también hemos hecho senderismo, captura de fotografía para registrar la fauna y la flora que habita en la zona, además de tomar constantes capacitaciones”.
El año pasado fue el más intenso que ha tenido como guardián del Punhuato y una de las experiencias más fuertes es el haberse sumado como brigadista a combatir el incendio del mes de abril. Junto a sus compañeros, llegaron al lugar sin saber absolutamente nada, pero se encontraron con personal que los orientó para poder formar parte de la batalla.
“En un inicio todo fue desalentador, me daba mucho sentimiento llegar y ver muchas zonas quemadas, árboles caídos y animales muertos; pero también está la contraparte, esa movilización que se generó y la solidaridad para lograr que el fuego no acabara con todo el Punhuato”.
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Rafa, como otros cientos de voluntarios, están a la espera de que inicien las actividades de este año, donde la mayor satisfacción, añade, es ver los logros que se van cosechando con el paso del tiempo. Dicho de otra manera, se trata de atestiguar la herencia que van dejando a su paso los guardianes del Punhuato.