NAHUATZEN, Mich.- (OEM Infomex).- Para don Luis, en Nahuatzen la vida es tranquila. Aquí se vive en paz, salvo los desmanes que ocasiona “la gente a la que le interesa la política y esas cosas”.
A este hombre de 70 años, sus padres le pusieron Luis, en honor a San Luis Rey, patrón de Nahuatzen, a quien se le festeja en agosto. Esta fiesta patronal dura varios días y es motivo de atracción de miles de visitantes. En esas fechas todos regresan a Nahuatzen: hijos, nietos, sobrinos y hasta nuevos familiares.
Regresan a la tierra que los vio nacer, a comer churipos, guisados de res y puerco, corundas, que es la comida regional, que a base de maíz degustan diariamente. Es la tierra de los sones y las pirekuas, de esa música que se originó del sincretismo de los cantos religiosos de los evangelizadores españoles con las reminiscencias de las composiciones indígenas.
A don Luis, la vida le ha enseñado a ser paciente, ya no trabaja, su pasatiempo es sentarse unos ratos en el día en una banca de la plaza principal y saludar a los amigos, algunos con más edad que él, otros más jóvenes, a los que el vivir en un pueblo de apenas de 10 mil habitantes, suman 30 mil con las 15 comunidades que lo integran, según los últimos registros de INEGI.
A este hombre lo conoce mucha gente. En su época de joven, cuando tenía que trabajar para dar estudio a sus hijos y su esposa, era carpintero, el oficio que predominaba en este poblado, de aquí la tradición era el tallado de pilares.
El oficio del tallado de la madera, principalmente en columnas, máscaras y muebles rústicos, continúa siendo la principal actividad de la población; algunos se han diversificado en la mantelería bordada, huanengos, blusas, servilletas y rebosos tejidos en telar de cintura.
Su principal recurso es el forestal, se explota principalmente el pino para la elaboración de muebles y patas de las sillas; mesas, cabeceras, y a todos los abarrotes que se necesitan en la elaboración de muebles. Sin embargo, los carpinteros han diversificado su campo, ya se dedican a todo: hacen muebles y encargos, los pilares tallados no son tan solicitados y los artistas de la madera no alcanzan a sacar los gastos.
En Nahuatzen, además de carpinteros, hay albañiles, de los buenos, dice don Luis, pero también sufren de la escasez de trabajo, por lo que tienen que buscar empleos en municipios de la región o muchas veces irse al “norte” para mejorar sus vidas. Igual pasa con los maestros, la mayoría vive fuera, en el lugar donde tienen asignada la plaza.
Para don Luis no existe siquiera la posibilidad de salir de este lugar, él ve pasar la vida con calma entre las construcciones arquitectónicas de la época colonial y los bosques de coníferas, con pino, oyamel y junípero que existen en la región. La tranquilidad se vive y respira en Nahuatzen.