Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El tiempo promedio que le cuesta a un automovilista recorrer el puente elevado que conecta a la salida a Salamanca puede durar hasta los 20 minutos. Es el mediodía del domingo y la zona donde se construye el distribuidor vial representa un dolor de cabeza, insolaciones y el reto de la paciencia para miles de personas que por una u otra razón están obligadas a pasar por ahí.
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Inaugurado apenas el martes pasado por el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, este tramo no cumple con lo prometido, pues lejos de agilizar el paso de los automotores, entorpece su camino sobre todo porque se abrió para cualquier tipo de carrocería, por lo que un enorme camión de la empresa Coca Cola y un par de autobuses de ETN intentan llegar pronto a la parte final, pero es imposible ante el cuello de botella que se genera cuando el camino desemboca en la avenida Morelos Norte, donde habrán de encontrarse con quienes circulan desde la zona del Pípila.
Los que quizá ya se saben la odisea prefieren no subir al puente, seguir por la lateral del Libramiento y reincorporarse metros después, aunque tampoco es que se ahorren demasiados minutos: en cualquier caso, el tráfico es sumamente lento. Encima, todo se hace más intrincado porque elementos de la Guardia Nacional realizan inspecciones al azar frente a las puertas del Tecnológico de Morelia, lo que se suma a la presencia de consumidores que visitan el tianguis de la antigua feria que sin embargo sufren para encontrar estacionamiento o un microbús que los regrese a casa.
Entre los locatarios el panorama es adverso, pues en más de un año que lleva la obra, sus ventas se han desplomado hasta en un 60 por ciento.