Andrés Cortés Rangel decidió pasar la Navidad lejos de su familia. Sin pensarlo siquiera, claudicó a la idea de acompañarlos a la playa, pese a que eso implicaba tener una Nochebuena en solitario. El motivo: llevar a buen puerto la edición número 14 de “Operación Pollo”.
Desde el año 2004, un grupo de jóvenes decidieron conformar una organización sin fines de lucro, la cual tenía como único objetivo entregar cada 24 de diciembre cenas de navidad a las familias que se ubican en los sectores más vulnerables de Morelia.
Es así como nació “Operación Pollo”, una idea que cuajó desde su comienzo y que para este 2018 ya cuenta con réplicas en seis municipios del Estado, siete ciudades del país y dos más en el extranjero. Si bien dentro del proyecto han transitado diferentes jóvenes con el pasar de los años, la esencia del proyecto se mantiene intacta.
En entrevista para El Sol de Morelia, Andrés Cortés Rangel, quien ha participado en esta iniciativa desde 2009, explicó que para esta edición utilizaron las instalaciones de la Universidad Interamericana para el Desarrollo como bodega para resguardar los alimentos que la gente fue donando previo al 24 de diciembre.
Un cuarto de pollo, porción de papas, guarnición, bolillo, salsa, dulce y una bebida fue lo que contenía cada uno de los paquetes que iban a ser distribuidos en los puntos estratégicos de la ciudad, los cuales fueron previamente consensuados.
EL RECORRIDO
En punto de las 16:00 horas, Andrés Cortés, junto a los otros miembros del staff y más de 200 voluntarios iniciaron con la repartición de poco más de cinco mil paquetes. El primer punto fue una casa hogar y de ahí prosiguieron con las rutas ya establecidas.
Colonias marginadas en las orillas de la ciudad, hospitales y albergues; además de indigentes que se encontraban en la zona Centro, el borde del río y alrededores, fueron los beneficiados en esta edición de “Operación Pollo”.
Para evitar conflictos o entregar cenas de más a la misma persona dentro de las colonias, la comisión de logística realizó semanas antes un trabajo de censo, esto con la finalidad de saber con precisión a quién se iba ayudar en Nochebuena.
LAS HISTORIAS DETRÁS DE UNA CENA
Tras haber entregado las cenas, Andrés Cortés se disponía a abandonar Ciudad Jardín. A lo lejos escuchó una voz insistente que le decía: “¡Señor, señor!”. Le alcanzó un niño, que por demás agitado le preguntó que si no tenía un refresco más.
“Te acabo de dar uno, chaparro”, le respondió Andrés. El infante con la ropa mojada y pegajosa, le explicó que por accidente lo había derramado. Refresco ya no había, pues los paquetes estaban contados y no había sobrado ninguno; pero a cambio de eso y casi por instinto, Andrés se despojó de su suéter para entregárselo al niño, quien repentinamente se olvidó de la sed.
Años después de aquel suceso, Andrés regresó a Ciudad Jardín para realizar un video promocional de “Operación Pollo”. Conversando con una señora del lugar, el activista escuchó las desgracias que rodeaban a esa zona tras un incendio que había devorado varias casas.
Sin embargo, lo que vino después le generó un choque emocional a Andrés. La señora, acongojada todavía por lo ocurrido, aceptó que había algo que le dolía más que el hecho de haber perdido su hogar: “Lo que más me entristece es que con el fuego se perdió el suéter que le regalaron a mi hijo”.
Todo se resume a eso, dice Andrés, con más de ocho años participando en esta iniciativa, asegura que en ocasiones los abrazos de los “desconocidos” resultan ser más honestos y cálidos que los de sus propios amigos o familiares. (M)