Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Tras el operativo realizado el pasado 16 de mayo en la Preparatoria Pascual Ortiz Rubio de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), que incluyó la incursión de soldados, Guardia Civil, Policía Morelia y un ejemplar canino a un salón de clase, algunos miembros de la comunidad académica han mostrado su inconformidad, pero al mismo tiempo se deja ver la crisis de seguridad al interior de la institución.
La rectora Yarabí Ávila González justificó la presencia policial y castrense al decir que se trata de acciones preventivas para disuadir el delito, sin detallar si concretamente se busca detectar drogas entre los estudiantes. A través de un comunicado, se aceptó que ni la propia universidad fue puesta en aviso con mucha anticipación: “La autoridad educativa fue enterada del operativo minutos antes de que se llevara a cabo (...) y en ningún momento se ha ejercido violencia, ni resistencias”.
Al mismo tiempo, Ávila adelantó en entrevista para varios medios de comunicación que habrá más operativos sorpresa “para que los padres de familia tengan la certeza de que sus hijos acuden a lugares seguros”.
La Universidad nicolaita pasa por un momento de tensión luego de que el pasado 1 de abril cuatro profesores de esa misma escuela, conocida también como Prepa 2, fueran baleados en el centro comercial Plaza U, ubicado a espaldas de Ciudad Universitaria. Sin que nadie lo confirme, ha trascendido que los maestros acababan de tener una reunión en Rectoría para alertar que alumnos suyos los habían amenazado.
También se ha dicho que la venta y distribución de drogas es abundante sobre todo en escuelas de bachillerato. La misma rectora detalló el 1 de mayo que el tema ya es preocupante en sus planteles de Zamora, por lo que había pedido la ayuda de la 21 Zona Militar en una reunión de la Red Juntos por Michoacán, que ella misma preside.
No es la primera vez que catedráticos de la Michoacana son amenazados por sus propios estudiantes. En septiembre de 2015 se filtraron audios en los que el entonces director de Odontología, Alejandro Larios Trujillo, le dijo a sus maestros que era mejor pasar con 10 a los alumnos como una manera de protestar por las advertencias de supuestos jóvenes ligados a actividades ilícitas. Para ser más explícito, el directivo habría mostrado una bala 9 milímetros y dio a elegir si la querían “afuera o adentro”.
Autonomía en duda
La única incursión militar que se recuerda en la UMSNH fue la del 7 de octubre de 1966, cuando soldados del Ejército Mexicano ingresaron al Colegio de San Nicolás para desalojar al grupo de estudiantes huelguistas que protestaban por el asesinato de su compañero Everardo Rodríguez Orbe, cometido cinco días antes. La ocupación se alargó por más de una semana e incluyó decenas de detenciones con el pretexto de que se estaba organizando una revuelta comunista a nivel nacional.
Para el profesor de la facultad de Psicología Leonardo Moncada Sánchez, luego de la matanza de 1968 en Tlatelolco, las universidades públicas del país reforzaron su carácter autónomo a fin de restringir la presencia policiaca y militar. En referencia al operativo en la Prepa 2, asegura que viola los artículos segundo y octavo de la Ley Orgánica de la UMSNH, los cuales establecen que el gobierno de la institución está a cargo de sus propias autoridades, trabajadores académicos, administrativos y alumnos.
“No queda explícitamente prohibida la entrada de militares, pero la interpretación que siempre se le ha dado es que no es bienvenida la policía ni el Ejército”, subraya, y recuerda que los antecedentes de 1966 deberían de pesar al momento de planear este tipo de operativos que además sólo estigmatizan a los alumnos, que de por sí ya traen una etiqueta de ser sospechosos solo por ser jóvenes.
Moncada no encuentra motivo para que soldados entren a las prepas y facultades, menos cuando la propia Universidad ha sido opaca en informar cuál es la situación que priva en los diferentes planteles. “La supuesta razón parece ser la venta de drogas y la presencia del crimen organizado, pero todo queda en el rumor, en trascendidos”.
Refiere que en caso de ser cierto, la incursión de las fuerzas armadas no va a resolver nada, “si acaso es un remedio provisional, pero sabemos que quienes venden o distribuyen sustancias son sustituibles; el verdadero problema está afuera, y lo que la Rectoría tiene que hacer es exigir seguridad al Estado”.
Con los operativos, dice el profesor, alumnos, maestros y empleados son vistos como sospechosos, como presuntos culpables. “Es una agresión directa, pero también una agresión a nuestra memoria, a nuestra historia”. En ese contexto, lamenta que a nivel general haya un silencio sepulcral en la comunidad universitaria, pues sindicatos y liderazgos que antes hubieran protestado, hoy parecen indiferentes, lo que atribuye a un constante proceso de despolitización en la vida nicolaita.
Por último, se dice decepcionado de que gobiernos que llegaron al poder con banderas de izquierda transgredan la memoria histórica de la Universidad. “Es volver a sembrar el signo del autoritarismo”, concluye.
El profesor de las facultades de Bellas Artes y de Filosofía, Juan Velasco Herrejón, coincide en que no existe una información oficial que justifique el operativo en la preparatoria. En entrevista, acepta que en efecto hay un entorno complejo relacionado con la inseguridad, pero decisiones como esa se deben tomar en el Consejo Universitario. “La vía es que el Consejo determine las acciones y entonces sí la Rectoría pida auxilio para remediar un problema, pero no sabemos ni siquiera cuál es ese problema”.
Señala que maestros y trabajadores se enteran solo por los medios de comunicación “y por lo que se dice en los pasillos, pero nadie nos dice qué está pasando”. Velasco fue consejero recientemente y al preguntar a sus antiguos compañeros por la situación, la respuesta ha sido la misma: nadie les informa nada.
Más que la autonomía, al profesor le preocupa que se violen los derechos humanos de los estudiantes, sobre todo de los menores de edad que están bajo su resguardo. “Parece que damos por sentado que nuestros alumnos están infiltrados, y como la autoridad no es capaz de hacer una investigación pulcra, entonces el remedio es ir contra todos”.
Casas de estudiante alzan la voz
El pasado 19 de mayo, integrantes de diversas Casas de Estudiante de la UMSNH se manifestaron afuera de Ciudad Universitaria para exigir un alto a los operativos y oponerse a la entrada de militares a las preparatorias. Francisco Paredo, estudiante que integra la Federación de Jóvenes Comunistas, reprobó la entrada del Ejército a la institución. “Ahora también van a entrar a espacios públicos y de pensamiento crítico (…) esto puede ser un precedente para la persecución de estudiantes y profesores”, señaló ante medios locales.
Agregó que la justificación sobre la supuesta venta de drogas “es probablemente una causa falsa”, aunque no negó que exista consumo al interior. “En cualquier caso, usar la fuerza militar para intervenir es una desproporción de fuerzas increíbles ¿de qué manera se puede defender un compañero de 16 años armado con libretas?”.
Detector de metales, canes y policías auxiliares
Aunque aquél 16 de mayo el operativo militar en la Prepa 2 fue breve, los guardias de seguridad que trabajan en la Universidad continuaron con tareas de restricción: le pedían a los estudiantes que mostraran su identificación o credencial escolar, pero quien no la portaba, no podía acceder. Tampoco se permitió la entrada de reporteros ni de nadie que fuera ajeno al plantel.
Sin embargo, esta medida ya no es suficiente para controlar la entrada, pues la rectora aseguró que van a colocar detector de metales, aunque no hay fechas para ello.
Sobre la contratación de policías auxiliares tampoco se tiene nada en concreto, solo la intención de Yarabí Ávila para que coadyuven en labores de vigilancia. En esa misma situación se encuentra el adiestramiento de los tres perros que adoptó la institución: “Guinea”, “Onix” y “Uva”. Uno de los elementos de protección universitaria, Ulises Mora, comentó que los tres canes serán capacitados para la detección de narcóticos entre la comunidad nicolaita y el control de gente externa, aunque acotó que aún no hay fecha para comenzar su adiestramiento.