Morelia, Michoacán. (OEM-Infomex).- Ejidatarios, pobladores y empresarios del sector turístico en la región de la Mariposa Monarca, al oriente del estado, han sufrido dos años consecutivos de sequías e incendios forestales, a lo que se añadió una plaga conocida como “Gusano Barrenador” que se propagó en el santuario de El Rosario, tras lo cual se tuvieron que cortar al menos 3 mil árboles para evitar su expansión a la zona núcleo.
En entrevista para este medio, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Maderera de Michoacán, Roberto Molina Garduño, acepta que esta plaga vino a complicar la de por sí compleja realidad para los habitantes de la región, golpeados en lo económico por la entrada de la pandemia y en el equilibrio ecológico por los largos periodos de sequía.
En cuanto al control de la plaga, el empresario se dice satisfecho por la reacción del gobierno estatal, que a través de la Comisión Forestal (Cofom) envió brigadas que se coordinaron con autoridades locales para detener la propagación que se da principalmente por aire.
“Fue una plaga muy agresiva, se propagó en un lapso de 15 días y teníamos la preocupación de que llegara hasta el corazón de la Mariposa Monarca, pero por fortuna se pudo parar antes”, relata.
En los trabajos de control también trabajaron habitantes del santuario, personal de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas y la Comisión Nacional Forestal, con lo que se garantiza el crecimiento de un bosque sano. La inevitable pérdida de árboles se verá revertida con un trabajo que ya se hizo, pues Molina Garduño remarca que hace 10 años habitantes de El Rosario sembraron 50 mil plantas, mientras que hace tres llegaron a las 500 mil plantas sembradas por temporada. El promedio por año ha sido de 275 mil en la última década, casi 3 millones de árboles plantados.
La zona núcleo, es decir, a donde llega la Monarca, quedó intacta de la plaga, y ahora se aprovecha la temporada de lluvias para la reforestación del santuario. “El problema estaba cerca de El Rosario, pero también de la Sierra Chincua, en Angangueo, es una plaga que se brinca por el aire y por fortuna lo pudimos detener”, celebra, además de calcular que en unos 15 años se pueda hablar de un bosque renovado y completamente sano, pues los árboles sembrados serán los que ocupen los espacios que hoy están vacíos.
Sembrando Vida, un fantasma
Roberto Molina lamenta que a nivel federal se tenga “en el olvido” a esta región michoacana, pues los recursos que llegaban han desaparecido con la administración lopezobradorista. Además, los fondos para atender desastres tampoco existen, con lo que se complicó atender la ola de incendios tanto en 2020 como en este 2021. Reprueba que el programa Sembrando Vida haya pretendido llegar a la entidad administrado desde el centro y con un diagnóstico inexistente, pues se proyectaban árboles frutales en vez de forestales, con lo cual se desnudó el desconocimiento territorial.
Recuerda que cuando este programa se dio a conocer, albergaron la esperanza de una reforestación integral, pero a Michoacán nunca llegó. “El gobierno federal nos ha quedado a deber a quienes nos dedicamos a trabajar en los bosques. A la Conafor le redujeron su presupuesto y se convirtió en una simple ventanilla de solicitudes”, lamenta.
Calcula que para toda la entidad se necesitan al menos 80 millones de plantas por año, pero apenas se llega a los 2 millones a través de viveros estatales. “Por parte de la federación no existen los trabajos de medio ambiente para la restauración y conservación de bosques, son tres años que ya perdimos y todo parece indicar que serán seis años; por más esfuerzos que haga la población, no puede sin el apoyo de un gobierno federal”.
Remarca que Michoacán es el tercer productor forestal en el país, por lo que, de seguir bajo estas políticas, sería un golpe muy grave para la economía, pues además se tiene una deforestación superior al 67 por ciento de los inventarios boscosos de hace 30 años. “Requerimos una cirugía mayor”, concluye.