Su nombre original era Yorecuahapundanapu, nombre purépecha que significa Río engendrador de lagunas.

Después se le denominó El Duero debido a que muchos de los fundadores de la ciudad michoacana de Zamora, eran originarios de la ciudad española de Zamora, a cuyos pies cruza el río hispano Duero.

Este río ha sido parte fundamental para el auge de Zamora, pues gracias a su caudal logró un elevado desarrollo agrícola que se mantiene hasta la fecha.

Como señala la doctora Nelly Sigaut, profesora investigadora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de Michoacán, la presencia del río modeló la vida de Zamora dándole fertilidad al valle, agua, pesca y paseos a sus habitantes.

Sostiene que el río Duero, que era “tan caudaloso en su nacimiento como en su ocaso”, va creando a su paso, una suerte de pequeño paraíso, con la generosidad de los cultivos, aves, pescados de tres tipos, flores, ganados mayores y menores, de tal manera que era esta abundancia del territorio, “el mayor atractivo al ocio de sus moradores, que los hace vivir bien hallados”.

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Aún en la actualidad la cuenca del río Duero es de las regiones más productivas en todo el país, pero también es una de las más afectadas por problemas de degradación ambiental.

Son 11 municipios los que conforman la cuenca del río Duero: Chilchota, Jacona, Tangamandapio, Chavinda, Pajacuarán, Ixtlán, Zamora, Tangancícuaro, Tlazazalca y Purépero.

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El río Duero tiene su origen en las montañas de La cañada de los once pueblos, en el municipio de Chilchota; cruza por el valle de Tangancícuaro y el valle de Tziróndaro, en Zamora, hasta unirse al río Lerma, cerca de la localidad de Ibarra (Briseñas).

Sus aguas desembocan en el lago de Chapala y tiene como principales tributarios al río Tlazazalca y el río Celio.

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