Posadas, una tradición indígena y española

La acostumbrada celebración de esta época del año ha tenido un proceso de transformación que se remonta desde la era prehispánica

Aned Ayala | El Sol de Zamora

  · sábado 14 de diciembre de 2019

Foto: Archivo

Morelia Mich.- Se acerca la Navidad y con ella celebraciones familiares o entre amigos que inician con las tradicionales posadas para recordar, quienes profesan la religión católica, el peregrinar de la Virgen María y su esposo José antes de la llegada de su hijo Jesús a la tierra según se lee en pasajes bíblicos.

La historia tiene registro del proceso y transformación de las posadas en México cuyo antecedente se remonta a la época prehispánica donde los antiguos mexicas realizaban fiestas para celebrar el nacimiento de Huitzilopochtli “Dios de la Guerra” en días del periodo invernal.

Los festejos de nuestros antepasados indígenas eran llamados “panquetzaliztli” siendo una de las fiestas más importantes en la estructura del calendario mexica cuya duración era de 20 días según publicaciones del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Michael Graulich, estudioso de las fiestas mexicas, subraya que “la fiesta representaba un momento social y político para el pueblo llamado a comulgar el cuerpo de Huitzilopochtli y renovar así el vínculo parental que tenían con su dios patrono”, fragmento obtenido del texto de Gabriel Kenrick titulado Panquetzaliztli: El nacimiento de Huitzilopochtli y la caída de Tezcatlipoca.

Para cuando se dio el proceso de evangelización de la Nueva España, la celebración de Huitzilopochtli fue sustituida por la de la Virgen María y su esposo José en su salida de Nazaret para llegar a Belén por las coincidencias en las fechas que los europeos celebraban la Navidad.

Es por ello que las posadas son un símbolo de la religión católica que fueron traídas por evangelizadores agustinos como fray Diego de Sansoria quien en 1587 pidió al Papa Sixto V la celebración anual para recordar el peregrinar de la Virgen y José en el convento de San Agustín Acolmán del Estado de México y en otros centros religiosos.

El acto de celebración se caracterizaba por practicar nueve misas de aguinaldo antes de la Navidad, celebración que para el Siglo XVIII se extendió a los barrios y casas de los feligreses donde la música religiosa fue sustituida por cantos populares.

Las representaciones de peregrinación de la Virgen María y José eran protagonizadas por los mismos frailes evangelizadores y se conformaban por nueve posadas iniciando el 16 de diciembre para concluir el 24 de diciembre, en la víspera del nacimiento de Jesús.

Desde entonces las características de las posadas es reproducir de manera simbólica, la solicitud de alojamiento y penurias que pasaron la Virgen María y José durante su trayecto de Nazareth con camino a Belén.

En la actualidad, las familias que organizan posadas rezan durante nueve días a partir del 16 y hasta el 24 de diciembre cuyo significado por día representa la humildad, la fortaleza, la generosidad, la confianza, la alegría, la justicia, el desapego y la caridad.

En algunos municipios, la tradición continúa para algunas familias o colonias que se organizan para celebrar las posadas, en Morelia por ejemplo, en la colonia Agustín Arriaga Rivera cada año se programan celebraciones de este tipo apegadas a la historia.

Algunas casas son adornadas con faroles y manteles de papel picado. Para la procesión, los invitados forman una fila y cantan los párrafos de la letanía y al frente de ellos deben ir los Santos Peregrinos.

Posteriormente los asistentes se dividen en dos grupos, uno se queda fuera de la casa para pedir posada y otro adentro para contestar los cantos y dar la posada.

Al terminar el acto que incluye también un rosario, se reparte una colación, luces de bengala y silbatos. Se rompe la piñata y se entrega una porción de fruta a cada invitado para finalmente concluir la fiesta con un ponche o atole para contrarrestar el frío.

Las madres de familia son las que regularmente organizan posadas para trasmitir la costumbre a los niños y niñas a fin de que perdure la tradición ya que es común ver a la juventud preparar posadas que lejos de apegarse a la creencia católica, es aprovechada como pretexto para embriagarse.

Pero no sólo la juventud, sino también en los adultos en sus centros de trabajo, han tergiversado el sentido de las posadas para sólo cenar, beber e intercambiar regalos entre los asistentes donde a veces el único instrumento que simboliza una posada y que es incluido en la celebración es la piñata.