Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El ruido calló, la empatía imperó, los artistas urbanos detuvieron su música, los vendedores ambulantes detuvieron su venta, las luces se apagaron y un halo de respeto, dolor y acompañamiento se vivió nuevamente desde Las Tarascas, pasando por la Avenida Madero hasta Capuchinas, pues la imagen de La Dolorosa salió por las calles de Morelia tras la muerte de su hijo Jesús.
Ante la mirada de curiosidad de los más jóvenes, los adultos les enseñaron y acercaron a esta tradición religiosa que lleva 47 años de existencia y donde se transmite un valor esencial: el entender el dolor de otra persona y acompañarle en una pérdida.
Con solo escuchar el sonido de los tambores que dieron señal del avance de la Procesión del Silencio, las 21 comparsas que integraron este año este evento, la segunda más importante de México, solo por detrás de la que se realiza en San Luis Potosí, atrajo la mirada de cerca de 60 mil habitantes y turistas que a lo largo y ancho de la Avenida Madero se dieron cita desde temprana hora para ocupar su lugar.
Algunos con bancos, otros con sillas y muchas más sentados en la banqueta o de pie, sosteniendo la vela que les entregaron las autoridades municipales o bien, con celular en mano para captar en fotos o videos el paso de la Procesión, los asistentes se adentraron en esta atmósfera de silencio y respeto al dolor de una madre al haber pedido a su hijo para la salvación de otros.
Y es que en estas vacaciones de Semana Santa, los creyentes hicieron una pausa a su descanso e hicieron a un lado su distracción para vivir este evento religioso donde los encapuchados, la cofradía de los Matraqueros y sobre todo la presencia y participación de mujeres, captaron las miradas de las miles de personas reunidas en el espacio público de Morelia.
Minutos antes de las 7:30 de la tarde y con la luz de la Luna alumbrando, los más de dos mil 500 participantes en la Procesión del Silencio avanzaron para solo hacer siete paradas en el mismo número de balcones donde se cantaron saetas.
Después de iniciar su andar y tras pasar el Templo de las Monjas, el Templo de la Cruz, el Congreso del Estado y la Plaza Ocampo, la imagen de la Virgen de los Dolores detuvo su camino para que a las afueras de la Catedral, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, fuera el encargado a nombre de todos los morelianos, de darle el pésame a la madre de Jesús, al tiempo de pedirle por las mujeres que también lloran como ella.
“Virgen santísima, señora nuestra de La Soledad, llénanos de caridad, que entendamos no solo tú llanto sino el de la humanidad que está herida. El llanto de los familiares que han perdido algún ser querido, de las víctimas de la violencia y de la delincuencia, de los que sufren consecuencias de los secuestros y la corrupción así como los damnificados, el de las mujeres solas y viudas, de las madres que lloran al hijo perdido y alejado o el de las explotadas laboral o sexualmente. Como pastor de esta arquidiócesis de Morelia confío en tus cuidados maternales, las necesidades de todas las familias”.
A lo anterior, el arzobispo le pidió a La Dolorosa por la calma de Michoacán.
Entre las novedades de este año fue la integración de una réplica a escala de la matraca de la Catedral de Morelia entregada por el Gobierno de Michoacán.
Finalmente la Procesión del Silencio llegó al Templo de Capuchinas donde el párroco Rubén López recibió a la Virgen, mientras los creyentes se quedaron a las afueras del recinto religioso en el que permanecerá la imagen.