Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- México se identifica como un país en el que la muerte es cuestión de risa y de hacer fiesta para el difunto y los fieles difuntos, una característica de nuestra idiosincrasia que es un estandarte para reconocernos y forma parte de nuestra identidad.
La muerte es representada por un cráneo o un esqueleto como “La Catrina” de José Guadalupe Posada que se carcajea de la vida. La muerte está presente en la cultura de México y hasta los dichos hacen referencia a ella: “boda y mortaja del cielo bajan”; “mujeres juntas, ni difuntas”; “de buenas intenciones están llenos los panteones”; “te espantas del difunto y te abrazas de la mortaja”.
Según el cuaderno “Patrimonio Cultural y Turismo”, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el Día de Muertos es producto de dos tradiciones culturales: la hispana y la prehispánica. La mayor parte de los pueblos campesinos de México lo festejan, tanto indígenas como mestizos, ya que coinciden con el fin del ciclo agrícola de muchos productos, entre ellos el maíz y la calabaza. Es época de abundancia, en contraste con las carencias que padecen los agricultores el resto del año.
El culto a la muerte tiene su origen desde antes de que los conquistadores españoles llegaran; hay registros de esta celebración realizada en culturas como la totonaca, mexica, purépecha y maya. Según el pensamiento mexica-azteca, después de morir una persona podía tener varios destinos: Mictlán, Tlalocan, Tonatiuh ichan y Cincalco.
Mezcla de culturas
La muerte era concebida como el inicio del viaje hacia el Mictlán (lugar de los muertos), en el cual el alma del difunto debía atravesar diversos obstáculos hasta llegar con Mictlantecuhtli (Señor de los Muertos) y Mictecacíhuatl (Señora de los Muertos). Al llegar con los dioses del Mictlán, se les debía hacer una ofrenda para así conseguir el descanso eterno.
Sin embargo, la llegada de los conquistadores trajo importantes cambios a través del catolicismo para celebrar de una forma similar a como se hace hoy en día.
Estados como Michoacán, Puebla y Oaxaca e incluso la alcaldía de Tláhuac en la Ciudad de México, son reconocidos por la forma particular en que llevan a cabo la celebración. La Unesco declaró en 2008 esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Expresión cultural
Cada año la celebración incluye la colocación de altares o la decoración de las tumbas de los difuntos y más allá de cualquier significado religioso, tiene una importancia por su expresión tradicional, integradora, representativa y comunitaria.
El Día de Muertos implica el retorno de las ánimas de los difuntos, quienes vienen al mundo de los vivos para convivir con sus seres queridos y nutrirse de lo que se les ofrece en el altar.
La celebración se realiza los días 1 y 2 de noviembre ya que esta se divide en categorías: de acuerdo con el calendario católico, el 1 de noviembre corresponde a Todos los Santos, día dedicado a los “muertos chiquitos” o niños, y el día 2 de noviembre a los Fieles Difuntos, es decir, a los adultos.