¿Quién cuida ahora a las mariposas monarca? Los nuevos guardianes tras la muerte de Homero Gómez

El hijo del ambientalista busca crear la fundación Homero Gómez "El Guardián" para recaudar fondos

Dalia Martínez | El Sol de Morelia

  · lunes 31 de octubre de 2022

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Después de la muerte del ambientalista y protector de las mariposas monarca, Homero Gómez González (29 de enero 2020), el cuidado y preservación del lepidóptero quedó en manos de los ejidatarios de los tres santuarios que hoy, a casi tres años del trágico suceso, pugnan por construir una fundación, una marca registrada y otros proyectos que tienen como fin proteger el hábitat natural del insecto y de paso preservar la fuentes de trabajo que da el turismo.

El hijo del ambientalista, Homero Gómez Valencia, convertido hoy en un joven de 22 años a punto de graduarse de ingeniería civil, es quien ha tomado la batuta para impulsar la fundación que lleva el nombre de su padre (Fundación Homero Gómez “El Guardián”) y que pretende recaudar fondos para continuar con la labor de protección y preservación de los bosques y la mariposa.

Mientras, el hermano de Homero Gómez, Amado Gómez, quien encabeza el gobierno municipal de Ocampo y el comisariado ejidal del Santuario El Rosario, Marino Argueta Contreras, pugnan por lograr que el nombre de “Mariposa Monarca” se convierta en una marca registrada.

Este año cinco municipios de la región oriente (Aporo, Angangueo, Ocampo, Tlalpujahua y Senguio) participaron en una mega reforestación en donde según cifras del ayuntamiento de Ocampo se sembraron casi un millón de árboles de pino, oyamel y cedro.

El 2 de noviembre se espera la llegada de las mariposas monarcas a la reserva de la biosfera que se localiza al oriente de Michoacán en los límites con el poniente del Estado de México y que abarca los municipios de Temascalcingo, San Felipe del Progreso, Donato Guerra, Villa de Allende (en Edomex) y Contepec, Aporo, Zitácuaro, Senguio, Angangueo y Ocampo (en Michoacán).

Desde hace 43 años, la mariposa monarca emigra desde Canadá a los santuarios mexicanos para pasar el invierno en los bosques de oyamel, pino y cedro, entre los meses de noviembre a marzo.

Ahí, y en una extensión de 16 mil 100 hectáreas de estos diez municipios, hiberna hasta que una nueva generación de mariposas regresa el 21 marzo de cada año a su lugar de origen en Canadá, recorriendo más de ocho mil kilómetros.

Este año, en el mes de julio, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza añadió a la Mariposa Monarca a su lista de especies en peligro de extinción, a pesar de que meses antes un análisis de la revista Global Change Biology indicaba un aumento anual general del 1.36 por ciento en la abundancia relativa de mariposas monarcas en sus lugares de verano.

Sin embargo representaban datos contrarios a las disminuciones reportadas para las poblaciones de invierno en México y California en los últimos tres años.

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Gómez Valencia sostiene que a través de la participación ciudadana y los propios ejidatarios “es como se podrá preservar a la mariposa monarca y su hábitat” y asegura que en los santuarios han seguido las labores de cuidado de los bosques y las mariposas.

“Ahora nos organizamos por cuenta propia más allá de los gobiernos, sabemos, como nos enseñó mi papá, que hay que trabajar sin colores ni partidos. Luchamos ahora por mantener lo que nos dejó mi padre”, afirma.

También menciona que se mantienen las rondas nocturnas hechas por la gente que vive cerca de los santuarios para cuidar de los bosques y alertar sobre la continua amenaza de los talamontes. Se organizan en grupos pequeños de hombres y algunas mujeres, que hacen rondines en la noche y la madrugada, los 365 días del año.

En el territorio que forma parte de la reserva, viven alrededor de 27 mil personas y en el ejido de El Rosario, de donde era originario el ambientalista Homero Gómez, 260 ejidatarios reciben pagos por servicios ambientales del Fondo para la Conservación de la Monarca, que destina una bolsa anual de siete millones aproximadamente.

Con azadón o machete en mano recorren palmo a palmo ejidos como El Rosario, que forma parte de los 57 ejidos y las 13 comunidades indígenas de Michoacán y el Estado de México con territorio dentro de la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca.

Pero la defensa y preservación de este territorio, asegura Homero Gómez Valencia, va mucho más allá de las mariposas. De este territorio depende también la vida y el futuro de los ejidos y comunidades del oriente de Michoacán, que ven con preocupación cómo aumentan los efectos del cambio climático en la zona y la presencia del crimen organizado.