El rebozo es una de las prendas que más distingue a México. Se trata de un abalorio que lo mismo sirve para protegerse de las temperaturas que engalanar el atavío de las mujeres, aunque muchos hombres también suelen utilizarlo.
En Zamora, según documenta el Museo de la Ciudad, en la primera mitad del siglo XIX, la ciudad contaba con un alto prestigio en la fabricación de esta prenda.
Ya por 1848, la fábrica del zamorano Vicente Munguía, fabricaba el rebozo de dos vistas que costaba aproximadamente $20.00 veinte pesos y tenía un gran éxito, detalla el Museo.
Y cita, para dar relieve a la frase, un texto de Jesús Camarena, 1851. P. 4. citado por Jaime Olveda en “El monopolio rebocero Guadalajara-Zamora”. Relaciones. Colmich:
“Del origen, uso y belleza del traje propio de las mexicanas, conocido bajo el nombre de rebozo; y del grado de perfección que recibió en Zamora, por obra de don Vicente Munguía, a quien el gobierno de la república otorgó en 1847, cual premio de sus ingeniosos afanes, un privilegio de diez años, de que hubieran querido y quisieran aun privarle la envidia y el bajo interés de sus émulos, por medio de intrigas y de chicana”.
Como lo señala el Museo de la Ciudad, esto arroja luz sobre la fama que adquirió Zamora en la producción de este tipo de prendas tan mexicanas.
Este prestigio se acrecentará ya entrado el siglo XX, cuando empezó a diseñarse en escuelas de artes y oficios, de donde saldrán algunas familias que harán que su fama se extienda más allá de las fronteras del estado.
“Las familias Quintana, por el rumbo de Madrigal; la familia Ochoa, del barrio de los dolores y la familia Guillen, por los callejones de Aquiles Serdán e insurgentes en su sentido cardinal del norte, fueron quienes continuaron defendiendo la idea de crear una industria textil fuerte y poderosa en Zamora desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta los años setentas del siglo pasado”, indica.
No obstante, fue Vicente Munguía el que, con sus artes, logró que esta prenda lograra la fama, el reconocimiento y la utilidad que tiene hoy en día.
Según documenta el portal Jaliscienses destacados, Munguía aprendió los conocimientos de cardador e hilador en Zamora, donde estableció un taller pequeño, en el que llegó a perfeccionar sus conocimientos en la industria de tejidos y teñidos.
Gracias a su labor en el perfeccionamiento de los rebozos fue reconocido por parte del Gobierno de la República, en el año de 1847, un título de privilegio por 10 años.
El portal detalla que como sus ideas eran liberales y estaba colocado en una ciudad religiosa, como era Zamora, tuvo dificultades con la población y, por estas circunstancias, resolvió radicarse en Guadalajara en 1851.
Se cuenta como anécdota que su trabajo fue plagiado por los señores Franco en México, y Twrel en Guadalajara, quienes hicieron una gran fortuna a su costa, hasta que Munguía los llevó a tribunales y ganó.
Durante los últimos 10 años de su vida Vicente Munguía se dedicó a perfeccionar sus conocimientos en la industria del tejido, al grado de competir con las mejores marcas extranjeras.