Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El altar de Andrea Medina será con muchas luces, pues sus amigos la recuerdan como una persona con brillo, energía, con una fuerza que no contemplaba los límites. Elizabeth de Alba la conoció al coincidir en un colegio particular. “Entramos a trabajar en el mismo año y desde entonces, más que compañeras, nos volvimos amigas. Hay gente que se cruza en tu camino y se convierte en eso, en tu mejor aliado”.
Entre ambas se propusieron fortalecer la proyección de la empresa para la que trabajaban, pero las metas profesionales se empataron con ángulos personales, con esa forma de ver la vida y caminarla en conjunto. “Ella era psicóloga experta en relaciones laborales, mientras yo me especializaba en estrategias de mercado; de ahí partimos para luego hacernos las mejores amigas”.
Como anécdota, Elizabeth recuerda una tarde en que ambas se pusieron de acuerdo para asistir a un concierto de Luis Miguel en Ensenada. Estaban en ciudades diferentes y el acuerdo fue llegar a las 8:00 al aeropuerto de Tijuana, solo que hubo un pequeño detalle: nadie dijo si de la mañana o de la noche, así que una estaba lista para abordar y la otra dormía plácidamente en su casa. El malentendido solo trajo risas entre dos personas comprensibles y empáticas.
En el altar de Andrea, fallecida en diciembre pasado, quizá se coloque una balanza porque se le recuerda como una mujer justa; “pondría fotos de su familia, de sus sobrinos, pero también accesorios porque era la persona más arreglada que he conocido”.