Juan Luis Seefoo Luján, investigador del Colegio de Michoacán, señaló que el uso indiscriminado de pesticidas en los cultivos de fresa del valle de Zamora representan un grave riesgo para el medio ambiente y las personas.
Por ello, indicó que las perspectivas que se avizoran no son muy alentadoras para la salud de los trabajadores del campo ni para los consumidores.
“No parece haber límites al desequilibrio ecológico”, señala en un estudio denominado “Los plaguicidas agrícolas en Zamora: ¿un mal necesario?”.
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Indicó que si bien en el valle de Zamora se cultiva fresa, papa, jitomate y cebolla, es la fresa la que más ha llamado la atención.
“Pero esta tendencia a la especialización frescihortícola tiene consecuencias graves en términos del desequilibrio ecológico que se hacen evidentes en la resistencia, cada vez mayor, de plagas y enfermedades frente a un número más grande de aplicaciones de pesticidas, así como la contaminación del agua y del suelo”.
Señaló que la extensión de los cultivos en el Bajío zamorano, con más de 34 mil hectáreas de riego y 110 de buen temporal, hacen de Zamora un lugar atractivo para las firmas distribuidoras de agroquímicos.
“Es muy difícil saber a cuánto asciende el consumo de plaguicidas en Zamora, sin embargo, el ciclo de la fresa ofrece algunas pistas para imaginar el monto y tipo de sustancias usadas”.
TRASTORNOS ECOLÓGICOS
Juan Luis Seefoo Luján señaló como trastornos ecológicos la aniquilación casi total de la fauna silvestre, como conejos, tlacuaches, armadillos, búhos, gavilanes y los tan necesarios zopilotes.
Igualmente, el aumento en la resistencia de plagas como la palomilla dorso de diamante (plutella zylostella lin), observada desde mediados del 86 en el Bajío y con fuerte presencia en Zamora desde 1987.
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Otro factor negativo es la disminución de la población piscícola del Río Duero y sus afluentes, pues está directamente relacionada con los pesticidas, particularmente tóxicos para los peces como el thiodan.
“Este fenómeno tiene una enorme trascendencia porque reduce la ingestión potencial de proteína animal para la población de escasos recursos económicos”.
INTOXICACIONES
Esto también tiene un alto efecto en la salud de los trabajadores, pues si bien las cifras sobre padecimientos y decesos son difíciles de identificar, sí están comprobados.
“Los principales obstáculos para identificar las intoxicaciones que se oponen son, a mi juicio, los intereses de los patrones que se verían lastimados al responder legal y moralmente por un riesgo de trabajo de esta magnitud cuando no está asegurado el trabajador en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)”.
Otra barrera que impide un claro y preciso registro de estos hechos son las casas productoras y distribuidoras de pesticidas que quizá verían perjudicadas sus ventas si se hace pública la información acerca de los daños a la salud y al ambiente.
PROPUESTAS
Frente a estos hechos, el investigador considera más que necesario persuadir a los productores de la urgente necesidad de hallar otras medidas para el control no el aniquilamiento total de las plagas.
“Se debe convencerlos de que el incremento en las dosis y número de aplicaciones hace muy resistentes a las plagas y desequilibra la red trófica”.
Recomendó por ello impulsar medidas de seguridad laboral, de prevención de riesgos de trabajo con la participación de patrones, trabajadores e instituciones de salud y seguridad social.
“El seguimiento de las personas que han sufrido intoxicación es una tarea que deben asumir los patrones y el sector salud”.
Otro punto que se debe tomar en cuenta es elaborar un estudio sobre los efectos crónicos de los plaguicidas en la salud humana y el medio ambiente.
“Es imperioso que Salubridad y las productoras de agroquímicos informen de los daños a que estamos expuestos por la exposición a plaguicidas en forma directa o indirecta”.