Ramón Ontiveros Villegas se subió a un tren cuando tenía 15 años, desde ahí no ha logrado bajarse del todo; entre rieles, vagones y silbatos ha tenido, por su trabajo, una vida feliz y digna.
“Empecé a trabajar aquí de 15 años, tuvo que dar mi papá una anuencia por ser menor de edad, así lo hicimos y ya cumplo 42 años de servicios”, detalla el ferrocarrilero que inició trabajando como “guarda cambios”, empleo en el que revisaba las entradas y salidas de los trenes en el tradicional patio “Doña Cecilia”, de Ciudad Madero.
Por si te interesa: Ferrocarriles de carga en México cumplen 162 años
UNA FAMILIA DE FERROCARRILEROS
En más de cuatro décadas de trabajo ha cubierto todas las categorías laborales, lo que le ha permitido conocer de forma absoluta el manejo de los trenes.
“Siempre ha salido trabajo; aquí el ferrocarril nunca ha dejado de funcionar, nunca he dejado de trabajar, me siento orgulloso de mi familia 100 % rielera, mi bisabuelo, abuelo, padre, tíos y un hijo son ferrocarrileros” , afirma.
"NO CUALQUIERA PUEDE VENIR A MANEJAR TRENES"
Manejar un tren es complejo, explica, no obstante, la empresa Kansas y el sindicato actualizan las capacitaciones de forma bianual que es cuando se renuevan las licencias.
“Todo me ha gustado, la convivencia con el personal, la convivencia con mis compañeros; ha sido mucha camaradería, la relación con los trabajadores”.
“No cualquiera puede venir manejar trenes, necesitamos una capacitación de 120 días prácticos y 160 días teóricos”, detalla.
La capacitación, las prestaciones y el amor por la camiseta permite que los ferrocarrileros puedan desempeñarse profesionalmente con un buen sueldo.
Don Ramón dice que todo es posible de ser movilizado desde el tren, como ejemplo recordó cuando tras las caídas de las Torres Gemelas de Nueva York en septiembre del 2011, transportaron los generadores de energía que fueron reparados en Salina Cruz, Oaxaca
“Todo lo que no te imaginas se mueve en el tren, movimos los transformadores de energía eléctrica de las Torres Gemelas de Nueva York cuando las trajeron a reparar a Salina Cruz”, recuerda.
Aunque el peso de los transformadores era muy grande, los equipos fueron transportados sin que se presentaran riesgos.
“Aquí se embarcaron en el Puerto de Tampico tres transformadores de corriente, son unas plataformas especiales muy bien adaptadas y gracias a la capacitación de la empresa y del sindicato las movimos”.
Actualmente en estos patios, los maniobristas trasladan gasolina, diésel, coque carbón y polipropileno.
Vivir y trabajar cerca de patios ferroviarios genera cariño hacia esta actividad, incluso cuando un trabajador muere es despedido de una manera muy particular.
UN ÚLTIMO 'ADIÓS' ESPECIAL PARA LOS FERROCARRILEROS
“Todos los compañeros cuando lamentablemente fallecen los despedimos con las máquinas llorando, se fue un compañero más del ferrocarril y la máquina lo va extrañar y le llora”, relata.
“Vecinos han pedido que cuando fallezcan lo despidan con la tradición del ferrocarril; es algo muy emocionante”.
La locomotora llamada Don Patricio llegó por primera vez a Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas, marcando el inicio de la actividad ferroviaria en el corazón de la entidad, con el potente pitido de su máquina hace casi 132 años.
Era octubre de 1890 cuando el arribo de la mole de acero causó furor en la capital tamaulipeca, ante la llegada de la unidad de la División del Golfo de México, que conectó al puerto de Tampico con la ciudad de Monterrey, pasando por Victoria.
Hoy la centenaria estación del ferrocarril, ubicada en la calle Hidalgo No. 23 de la colonia Nacozari de Ciudad Victoria, está olvidada, sin que se cristalicen las promesas de restaurarla por parte de varios gobiernos.
Actualmente, la iniciativa privada del sur de Tamaulipas gestiona que la concesionaria Kansas City Southern haga realidad el proyecto del tren turístico entre Tampico y San Luis Potosí y que use la infraestructura existente para estimular la economía en ambas regiones.
Nota publicada en El Sol de Tampico