/ miércoles 8 de noviembre de 2017

Rubén Ramírez, el quinto mexicano ejecutado en violación de la ley

Le fueron aplicadas tres inyecciones: para dejarlo inconsciente, para debilitar su sistema nervioso y otra para paralizarle el corazón

Como si no bastara, la agonía de Rubén Ramírez Cárdenas se extendió por poco más de cuatro horas.

Rubén debió haber sido ejecutado con la inyección letal a las 18:00 horas del lluvioso miércoles que tuvo Huntsville, pero hubo que esperar tres horas y 36 minutos para saber si la Corte Suprema de Estados Unidos daba entrada a las apelaciones interpuestas por la defensa del irapuatense, sobre todo aquella que pedía una nueva prueba de ADN para este caso.

La familia de Rubén Ramírez Cárdenas esperó la decisión de la Corte Suprema en un albergue ubicado a unas tres cuadras de la Unidad Walls, en Huntsville, Texas.

A las 18:00 horas, de los 11 familiares de Rubén que había en Hunstville, sólo dos ingresarían a ver la ejecución del irapuatense: uno de sus hijos gemelos y uno de sus hermanos que está con él. Comenzó el correr de los minutos y el protocolo de ejecución fue interrumpido: esperaban la decisión de la Corte del Distrito V de Nueva Orleans, que podía ordenar una suspensión de la ejecución y reprogramación para otra fecha, pero falló contra el irapuatense.

Aún había un dejo de esperanza para Rubén, pues aún faltaba que la Corte Suprema de Estados Unidos diera su veredicto para validar la ejecución.

La Corte Suprema de Estados Unidos tenía como plazo hasta las 23:59 horas de este miércoles para dar su veredicto; incluso, si a las 23:15 no daba el veredicto, la ejecución debía posponerse hasta ser fijada una nueva fecha.

Los minutos avanzaban y la Corte analizaba los dos recursos interpuestos por el gobierno mexicano, entre ellas la aplicación de la prueba de ADN que permitiría confirmar o rechazar la culpabilidad de Rubén.

Mientras en Huntsville se asimilaba el trago amargo, en Irapuato la abuela de Rubén permaneció sentada en una silla, adentro de su casa. Joaquina Juárez Rosales, tía de Rubén, dijo que lo mejor era que ya todo terminara por el bien de todos. Dijo que ella siempre quiso llevarse a su mamá, Enriqueta Rosales, a su casa, pues sabe que desde hace 20 años vive devastada por la muerte de su nieta Mayra Azucena y por la prisión de Rubén.

A las 21:36 horas de la noche, la Corte Suprema falló contra Rubén. Desechó las apelaciones del gobierno mexicano. Tampoco hizo caso de las peticiones de 23 países ni tampoco hizo caso de la protesta que hubo afuera de la Unidad Walls. No había marcha atrás: Rubén sería ejecutado.

Pasadas las 10 de la noche reinició el protocolo para la ejecución de Rubén. Sus familiares seguían con la negativa de presenciar la ejecución.

Se trataba de cuestión de enfoques: para algunos, Rubén pudo vivir poco más de cuatro horas más de lo que estaba previsto; para otros, sólo se trató de la extensión de su larga agonía.

Joaquina, la tía de Rubén, dijo que si en realidad éste asesinó a Mayra Azucena, ya pagó con todo el tiempo en que estuvo en prisión y donde su salud estuvo mermada; si no, fue un grave error que alguien tendrá que pagar de alguna manera.

“Pero lo que queda es que esto ya terminó y ojalá esto ya no quede ni como un recuerdo para nosotros”.

A las 22:26 horas, familiares de Rubén Ramírez Cárdenas supieron que éste ya había sido ejecutado. Le fueron aplicadas tres inyecciones: una para dejarlo inconsciente, una para debilitar su sistema nervioso y otra más para paralizarle el corazón. Lo acompañaron su hijo y su hermano solamente.

En Irapuato y en Texas hubo llanto por la muerte de Rubén. Algunos que incluso no fueron familiares de él también lloraron por el irapuatense que esperó 19 años por su muerte.

Como si no bastara, la agonía de Rubén Ramírez Cárdenas se extendió por poco más de cuatro horas.

Rubén debió haber sido ejecutado con la inyección letal a las 18:00 horas del lluvioso miércoles que tuvo Huntsville, pero hubo que esperar tres horas y 36 minutos para saber si la Corte Suprema de Estados Unidos daba entrada a las apelaciones interpuestas por la defensa del irapuatense, sobre todo aquella que pedía una nueva prueba de ADN para este caso.

La familia de Rubén Ramírez Cárdenas esperó la decisión de la Corte Suprema en un albergue ubicado a unas tres cuadras de la Unidad Walls, en Huntsville, Texas.

A las 18:00 horas, de los 11 familiares de Rubén que había en Hunstville, sólo dos ingresarían a ver la ejecución del irapuatense: uno de sus hijos gemelos y uno de sus hermanos que está con él. Comenzó el correr de los minutos y el protocolo de ejecución fue interrumpido: esperaban la decisión de la Corte del Distrito V de Nueva Orleans, que podía ordenar una suspensión de la ejecución y reprogramación para otra fecha, pero falló contra el irapuatense.

Aún había un dejo de esperanza para Rubén, pues aún faltaba que la Corte Suprema de Estados Unidos diera su veredicto para validar la ejecución.

La Corte Suprema de Estados Unidos tenía como plazo hasta las 23:59 horas de este miércoles para dar su veredicto; incluso, si a las 23:15 no daba el veredicto, la ejecución debía posponerse hasta ser fijada una nueva fecha.

Los minutos avanzaban y la Corte analizaba los dos recursos interpuestos por el gobierno mexicano, entre ellas la aplicación de la prueba de ADN que permitiría confirmar o rechazar la culpabilidad de Rubén.

Mientras en Huntsville se asimilaba el trago amargo, en Irapuato la abuela de Rubén permaneció sentada en una silla, adentro de su casa. Joaquina Juárez Rosales, tía de Rubén, dijo que lo mejor era que ya todo terminara por el bien de todos. Dijo que ella siempre quiso llevarse a su mamá, Enriqueta Rosales, a su casa, pues sabe que desde hace 20 años vive devastada por la muerte de su nieta Mayra Azucena y por la prisión de Rubén.

A las 21:36 horas de la noche, la Corte Suprema falló contra Rubén. Desechó las apelaciones del gobierno mexicano. Tampoco hizo caso de las peticiones de 23 países ni tampoco hizo caso de la protesta que hubo afuera de la Unidad Walls. No había marcha atrás: Rubén sería ejecutado.

Pasadas las 10 de la noche reinició el protocolo para la ejecución de Rubén. Sus familiares seguían con la negativa de presenciar la ejecución.

Se trataba de cuestión de enfoques: para algunos, Rubén pudo vivir poco más de cuatro horas más de lo que estaba previsto; para otros, sólo se trató de la extensión de su larga agonía.

Joaquina, la tía de Rubén, dijo que si en realidad éste asesinó a Mayra Azucena, ya pagó con todo el tiempo en que estuvo en prisión y donde su salud estuvo mermada; si no, fue un grave error que alguien tendrá que pagar de alguna manera.

“Pero lo que queda es que esto ya terminó y ojalá esto ya no quede ni como un recuerdo para nosotros”.

A las 22:26 horas, familiares de Rubén Ramírez Cárdenas supieron que éste ya había sido ejecutado. Le fueron aplicadas tres inyecciones: una para dejarlo inconsciente, una para debilitar su sistema nervioso y otra más para paralizarle el corazón. Lo acompañaron su hijo y su hermano solamente.

En Irapuato y en Texas hubo llanto por la muerte de Rubén. Algunos que incluso no fueron familiares de él también lloraron por el irapuatense que esperó 19 años por su muerte.

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