Morelos.- Ordenado sacerdote en 1999, el párroco habla de la convulsión social en que se encuentra Morelos, la esperanza en el nuevo gobierno y el papel de la Iglesia para volver a humanizar a la sociedad.
Con 46 años de edad, Tomás Toral ha prestado su servicio en varias partes del estado, principalmente en la capital: fue párroco por casi nueve años en Tlaltenango, en la Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros. Posteriormente fue trasladado a la Parroquia de La Sagrada Familia, también en Cuernavaca. Antes de ser enviado a Tenextepango, un pueblo bronco, de tierra caliente, ocasionalmente manchado de sangre por el carácter violento de sus hombres, se desempeñó como director Espiritual en el Seminario Diocesano de San José.
Licenciado en Teología por la Secretaría de Educación Pública, Toral Nájera habla fluidamente sobre cualquier tema, aunque reconoce que el terreno que más se le dificulta es la política. Para él, como para casi cualquier mexicano, los resultados de las elecciones del 1 de julio han puesto en evidencia el hartazgo de la gente hacia los partidos políticos de siempre, lo que también se puede traducir en un aire de esperanza que, no obstante, hay que observar con mucho cuidado.
“Me cuesta mucho trabajo y lo siento a veces como un obstáculo, porque hoy la política ha jugado con los sentimientos de la sociedad. Tenemos una esperanza, pero quién sabe; vamos a esperar”.
LOS AUTODEFENSAS
Hablando de la situación actual de Morelos, que atraviesa por una etapa de violencia que ha desembocado en el surgimiento de grupos de autodefensa en la región de Los Altos y la muerte de un hombre colombiano a manos de un grupo de habitantes de Tetela del Volcán.
“La Iglesia no puede estar nunca a favor de la violencia, de donde venga, porque esto nos puede confundir a veces: autodefendernos, porque nadie nos defiende, y llegar a la violencia, eso la Iglesia jamás lo va a sostener, y yo creo que al final la Iglesia tendrá que ir dando respuestas en el proceso de que las mismas personas vayan encontrando una vez más su humanización”.
LOS POLÍTICOS
Antes de Tenextepango, Tomás Toral no estaba acostumbrado a tratar con la clase política. Fue aquí, en este pueblo políticamente dominado por algunos líderes campesinos, donde tuvo que aprender a lidiar con ellos, siempre observando sus acciones a distancia: “Aquí es donde vine a tener relación con los políticos, y es un poco como a tientas, porque sé que ellos, conforme ayudan al pueblo, lo ayudan a lo mejor de manera bien generosa, pero también con miras a algo más, a las elecciones, a un cargo público, es de las cosas que más me cuestan”, señala.
Tomás Toral se define como un hombre que prefiere observar antes de actuar.
Fue lo que hizo al llegar a Tenextepango y confía en que esa capacidad le permita desempeñar un buen papel al lado del obispo Ramón Castro Castro, un hombre que se ha convertido en un actor más de la historia política local reciente: “La Iglesia debe tener un papel protagónico, es un actor importante en la sociedad favorable para la feligresía y la vida de fe, para el ser humano en sí”. finalizó.